Es de noche, las nueve y medía, para ser exactos. Y tengo visita. Me encuentro en la terraza, con Peter. Dios, hoy se ve súper guapo con sus pantalones vaqueros ceñidos y con una camisa manga larga color verde. Por alguna razón, siento que nos observan y por más que vea por todos los lados, no encuentro a nadie. Hemos sacado unas sillas de playa y miramos las estrellas y jugamos a preguntar por nuestros gustos.
- ¿Oasis o Blur? - Pregunta Peter.
- Oasis. ¿Películas o libros?
- Libros. ¿Rock o pop?
- Cincuenta y cincuenta. ¿Kings Of Leon o Imagine Dragons?
- Imagine Dragons.
- ¡¿Qué?! ¡Estás loco! ¡Kings Of Leon, Kings Of Leon, Kings Of Leon! - Canto.
- Imagine Dragons.- Me levanto de mi silla.
- Kings Of Leon.- Peter también se levanta.
Poco a poco, empezamos a caminar, hasta tal punto que estamos cara a cara, enfrentándonos.
- Imagine Dragons.
- ¡KINGS OF LEOOOON!
- No, no, señorita, Imagine Dragons. - Canta.
- Demuéstrame que son mejores.- Le reto.
- No sabes a quién retas, señorita.
Saca su iPad y sus auriculares, que me los pone y busca una canción. Y empieza a sonar Radioactive. ¡Joo, me encanta esa canción! ¡A decir verdad, las dos bandas son geniales! Y antes de que me de cuenta, Peter me carga, me posiciona encima de su cuello, con mis piernas a cada lado de su hombro y empieza a correr a velocidad sobrenatural. Corre por la carretera y yo siento como la adrenalina corre por mís venas y la canción hace juego. Extiendo mis brazos por encima de mí cabeza y sonrío.
Me siento tan libre.
Grito de alegría y sonrío, sonrío, sonrío y sonrío mucho. Me siento feliz. No sé ni por donde vamos, ya que todo se ve borrozo, pero a pesar de eso, no me siento mareada. Me siento feliz. Rió y rió, y también escucho la risa de Peter. Cuando Peter se viene a detener, me doy cuenta que estamos en una playa, la misma playa dónde Johann le borro la memoría a casi toda la escuela.
Caminamos en la arena, viendo el cielo lleno de estrellas, escuchando como las olas chocan contra las piedras. Dios, me siento tan feliz, pero a la vez, me siento tan triste, porque sé qué este momento no durará mucho. Después sólo serán minutos que querré vivir otra vez pero que jamás podré.
- ¿Cómo te sientes? Puedo escuchar que tú corazón no late con muchas ganas.
- Yo...
No sé ni qué decir. Quisiera abrirme y expresar todo lo que siento, pero a la vez no.
- ¿Se puede ser feliz y triste a la vez?
- No creo.
- Creélo. Yo soy un vivo ejemplo de ello.
- Creo que deberías desahogarte. Creo que deberías dejar de hacerte sufrir. Creo que no mereces está vida. Creo que mereces ser feliz. Si ferma a piangere il tuo cuore.
Yo no sé cómo, ni que hago, pero lo que sé, es que me encuentro en los brazos de Peter, llorando. No sé que dijo al final, pero no importa, estoy llorando a mares y no puedo preguntarle.
- Decir siempre que te encuentras bien hará que te enfermes.- Susurra.
Y yo sigo sollozando. Maldición. Mí mejilla yace en el pecho y escucho como su corazón late, pero su latido es muy lento.
- Vale, no entendí lo del final.- Sorbo por la nariz.
- Deja de hacer llorar a tú corazón.
Asiento lentamente. Nos alejamos y seguimos caminando. Deja de hacer llorar a tú corazón. No entiendo. Pero no importa, no preguntaré.
Llegamos a casa, a paso de tortuga. Así que llego a casa a las once de la noche. Peter me acompañó a casa y lo último que me dijo antes de irse fue:
- Quizás tú no lo entiendas. Quizás nadie lo haga. Pero hay que seguir y quizás así logremos entenderlo.
Las palabras se han quedado grabadas en mí mente. Me acuestó en mí cama y doy vueltas; no logró dormir.
Deja de hacer llorar a tú corazón. ¡Por fin lo entiendo! En realidad, yo soy la culpable de está tristeza. Yo soy la culpable. En vez de estar pensando en toda la mierda, debería estar tratando de olvidarla, superarla, abandonarla. Debería estar tratando de vivir, no de parecer muerta en vida. Debo superar todo. Debo olvidarme de Johann. De Samara. De Natacha... debo seguir adelante, pese a todo, avanzar y preocuparme por mí, porque si no lo hago yo, no lo hará nadie.
Debo de seguir para tratar de entender qué hago aquí.
Debo tratar y luchar por mí.
Por papá.
Por mamá.
Por mí.
Sí haces algo, hazlo por ti, no por nadie más. Porque en está vida, nada es para siempre. Porque si no te salvas a ti mismo, nadie lo hará.
Hoy por fin entiendo las palabras de Peter.
Qué sabio.

ESTÁS LEYENDO
Blood Diamonds
FantasíaAleesha ha descubierto la Maldición de Johann y se enteró que ella podría romperla. Pero Johann no está dispuesto a arriesgarse, ya que podría morir si no es la indicada. Por esa razón, Johann ha decidido buscar El Diamante de Sangre, que es lo úni...