10. Aleesha

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Estoy un poco, no, no, la palabra es «muy», estoy muy preocupada. Han pasado cuatro meses de que Johann se fue y no da señales de vida. Se fue en diciembre, y estamos en marzo. Quien sabe si esta bien, pero estoy segura, que si lo estuviera, ya me habría mandado una nota. ¿O ya se aburrió de mí? Sólo él lo sabe. Por otra parte, me he hecho muy amiga de Peter, para decirles que quizás somos amigos íntimos, pero, claro, una parte de mí no confía en él. Y él lo sabe. No le he contado nada sobre los vecinos, la familia Schindler, mucho menos de Johann y sus poderes. Le dije muy claramente que no me preguntara ese tipo de cosas, ya que no conseguiría respuesta y así ha sido: el no me pregunta nada sobrenatural. A veces, Peter viene a casa y charlamos; tiene sus momentos de arrogancia, pero nada comparado con la arrogancia de Johann. Cuando Anabel y Celeste se enteraron que Peter viene a mi casa seguido,  casi les da un infarto. Me dieron el peor sermón de toda mi vida. Y les dije, que solo era un amigo, aceptaron mi decisión, pero no les gusto. Así qué cuando Peter esta aquí, ellas ni se asoman; ya que el podría percibir un olor diferente en ellas.

Laura murió y Peter se encargo de esconder su cuerpo. Los padres de Laura llamaron a la policía y ésta, la dio por desaparecida.  Peter me ha salvado la vida como unas tres veces, como mínimo. Pensé que seria un vampiro arrogante, pero conmigo, es muy amable, pero con otras chicas, es un completo egocéntrico y arrogante.  Es genial, saben, me cae bien, pero como he  dicho, no confió en el completamente. Hoy es sábado y papá se encuentra trabajando. Ayer, lo escuche llorando, como a las doce de la madrugada. Susurraba «Natacha, oh, preciosa Natacha.» Y mi corazón se partió en dos.  Sé qué quiere aparentar haberla superado y que esta dispuesto a seguir con su vida, pero no es así, muy dentro de su corazón sé qué sufre. Y eso hace que yo también sufra. Su dolor es mi dolor.

Me encuentro en la cocina, revisando los muebles, con la esperanza de encontrarme unas galletas y ¡Sí, unas deliciosas galletas Oreos! Tomo el paquete completo, que trae unos doce paquetes pequeños. Me siento en un sofá y comienzo a leer una obra, llamada Casa de Muñecas de Enrique Ibsen. Es una tarea de Literatura así que he decidido leerla hoy. Me gusta mucho esta obra, habla sobre la sumisión de la mujer, pero no una sumisión como la de Anastasia Steele, no, una sumisión completa, que ella hace todo lo que el marido le pide. Anastasia Steele es una sumisa del sexo, pero Nora (Personaje principal de Casa de Muñecas) es sumisa a tiempo completo, como una sirvienta, sin voz ni voto. A lo largo de la obra, Nora tiene problemas y conoce a un hombre, que conoce un secreto de Nora, y es aquí, cuando Nora reacciona y decide tomar las riendas de su vida.  Es genial. Mientras leo, el timbre suena. Me levanto con una galleta en mano y abro la puerta, encontrándome con Peter.

- Hey.- Lo saludo.

- Hola.-sonríe. Le diría ¿Que haces aquí? Pero seria descortés.- Solo vengo a visitarte.

- ¡Deja de leer mí mente! Venga, pasa.

Entramos y nos sentamos en los sofás.

- Lo siento, pero son como mensajes que flotan en el aire y pasan frente a mis ojos.

- Invades mi privacidad.- digo, con una sonrisa.

- Lo lamento, Ale. ¿Que haces?

- Leer. Oye, pensé que hoy no vendrías. Dijiste que te irías con tu familia a no sé donde.- Me acomodo en el sofá.

- Sí, pero termine no yendo.

- ¿Toda tú familia es vampírica? - Suelto.- Ay, lo siento, Peter.

- No te preocupes. Y respondiendo a tú pregunta: sí, toda mi familia esta integrada por vampiros.

- Guau, ¿cuantos hermanos tienes? - digo, ofreciéndole una galleta, que la acepta, a pesar de que el no come comida, solo bebe sangre.

Blood DiamondsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora