Ya era sábado por la mañana, y Mark estaba tirado en su cama, pensando. Pensando en lo que había sucedido con el moreno días atrás. Se regañó a sí mismo mil y unas veces, pero no podía dejar de pensar en ese chico.
"Ya está, no significó nada". Se lo repetía y se lo repetía, pero no se convencía. Luego de ese, o esos besos, cada vez que veía a HaeChan, se limitaba a ignorarlo. Al parecer el contrario hacía lo mismo, ya que no habían discutido en ningún momento. Quizás estaría mejor así.
Pero diablos, necesitaba quitárselo de la cabeza. Su partido sería dentro de cuatro días y en vez de despejarse en casa de Yeri, se formó un lío en su cabeza. Uno totalmente innecesario, según el, solo era un juego, que se tuvo que haber acabado en cuanto cerró la puerta de la casa de su amiga.
Ni el mismo se reconocía, Dios, odiaba con su vida al castaño, ¿por qué de pronto ese sentimiento se había extinguido?, no, no era eso, solo estaba confundido... tal vez por ser su primera vez en besar a un hombre. Y pasó como por arte de magia, quería conocer a DongHyuck y acercarse a él. Pero no lo haría, porque seguía intentando convencerse de que detestaba al chico.
"Dios, idiota, ¿¡que te sucede!?"
Un ruidito lo sacó de sus pensamientos, estaban lanzando piedritas a su ventana. En seguida la abrió y para su sorpresa, era su vecino, quien las tiraba desde la ventana de en frente.
—¿Hyuck-DongHyuck, HaeChan?—preguntó apenas abrió su ventana por completo.
—Pues si tonto, ¿acaso no me estás viendo?— rió.
Mark ignoró su comentario—¿De donde sacaste esas piedras? Podrías haber trizado mi ventana—se quejó con un puchero que en seguida borró, estaba hablando con su enemigo, no era hora de ser lindo—¿Que quieres?—habló en un tono desagradable al notar que estaba siendo demasiado "agradable" con el menor.
—Oh, las fui a buscar abajo, está repleto de ellas, es asombroso—dijo jugando con las piedritas en sus manos.
—Ya dime que quieres, tonto Hyuck—pronunció.
—¿Sabes? siempre he pensado que ese apodo es adorable más que molesto...
—Lee...
—Lee... —rió suave el castaño. "Precioso".
—Dime que quieres. No me hagas perder el tiempo.
—¿Que tiempo?, si solo estabas tirado en tu cama, seguro eso harías todo el día.
—¡HaeChan!
—¡Está bien!—guardó silencio por unos segundos—Mark... ¿por qué me odias?
Mark no supo que decir. No tenía una respuesta coherente en ese instante, pero, ¿existía verdaderamente una respuesta? No lograba encontrar nada malo por parte de HaeChan, simplemente lo odiaba desde que tenía memoria.
—Tú-tú... ¡tú! ¿¡por qué me odias!?—cuestionó en su defensa.
—¡Yo pregunte primero!
—¡Bueno, pero tú me odiaste primero, así que ahora responde!
—¡Eso no es cierto!
—¡Claro que si! ¡Cuando llegué a esta casa me lanzaste arena en la cabeza!—entonces fue cuando las ideas del canadiense comenzaron a aclararse.
—¡Estaba jugando!
—¡Me entró en los ojos! ¡Dolía!
—¡Te lo tomaste muy a pecho! ¡Además eso pasó cuando teníamos seis años, eres un rencoroso!—solo tal vez el moreno tenía algo de razón en esas frases.
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a que no te atreves ; markhyuck.
FanfictionMark y Donghyuck se llevan mal desde que, cuando tenían seis años, el menor le lanzó arena en la cabeza al canadiense. Este odio ha sido permanente durante casi diez años, pero, ¿continuará este sentimiento cuando por un juego, prueben los labios de...