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Haechan se encontraba afuera de la casa de Mark, en su mano había una bolsa de galletas que acababa de hornear (o más bien, Jaemin acababa de hornear). Vaciló un par de minutos pero finalmente tocó la puerta, y al cabo de unos segundos apareció Mark con una expresión confundida en su rostro.
—¿Donghyu- —
—Cállate.—lo interrumpió el moreno—Me toca hablar a mi—dio un largo suspiro antes de continuar—Mark, a veces no te entiendo. De hecho, la mayoría de las veces no lo hago. Como... como cuando querías que te besara y cuando lo hice me golpeaste, o cuando te enojaste porque dije que salíamos pero luego lo dijiste tú, o cuando me invitaste a una cita y después no fuiste. Por eso me asusta que cambies de parecer y que de un día a otro, yo deje de gustarte. Y ya sabes... no quiero que pase eso, porque tú también me gustas. Me gustas de verdad y no como me gustaba Taeil, de Taeil solo me gustaba su cara. Pero el punto es, que confiaré en tus palabras y te perdonaré, porque... porque te extraño, Mark. Extraño robarte besos aunque te molestes después, porque yo se que en el fondo te gustan y toda esa mierda... ¿Quieres comenzar de nuevo?—finalizó estirando su brazo para ofrecer la pequeña bolsa de galletas.
La expresión confusa de Mark enseguida cambió a una alegre y sorprendida. Torpemente acepto la bolsa de galletas con una sonrisa tonta en su rostro.
—Claro que quiero. Comenzaría de nuevo mil veces contigo...—dijo Mark finalmente.
—Que asco de intento de frase romántica—se quejó Haechan y Mark rió—pero, yo también lo haría. Te quiero Mark, eres especial.—terminó encogiéndose de hombros. No tenía ni la menor idea de que más decir así que simplemente envolvió al canadiense en un tierno abrazo para dejar un pequeño beso en su mejilla—Mañana ven a mi casa a ver películas, estaré solo. Será algo como... una cita.
Haechan se fue del lugar dejando a Mark con la palabra en la boca y aún atontado con todo lo que acababa de suceder. El pelinegro se quedó unos minutos en la puerta de su casa casi sin moverse hasta que por fin reaccionó, y completamente feliz, entró a su hogar.
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a que no te atreves ; markhyuck.
أدب الهواةMark y Donghyuck se llevan mal desde que, cuando tenían seis años, el menor le lanzó arena en la cabeza al canadiense. Este odio ha sido permanente durante casi diez años, pero, ¿continuará este sentimiento cuando por un juego, prueben los labios de...