Maldecía a eso que me estaba haciendo sentir de esta manera tan miserable. Mi corazón estaba acelerado a nivel que pronto se saldría de mi pecho, mis vellos se erizaron dejando mi piel echa gallina, mi mente en estos momentos viajo al planeta de los simios ¿por qué? Ese idiota después de darme ese beso en mi mejilla, de acorralarme de aquella manera y encerrarme dejándome indefensa, no había podido mantener mi mente en blanco y concentrarme en mi trabajo.
Cada vez que recuerdo ese momento y que su imagen se me viene a mi cabeza trató de borrarla porque no quiero tenerlo metido en mi cabeza, ya había sido lo suficiente animal para meterse en mi espacio personal para que también lo hiciera en mi cerebro.
Espacio personal que querías que rompiera hace mucho.
Ignorando a mi conciencia trate de concentrarme en lo mío. Hace unos minutos atrás vi al joven Collins dirigiéndose a no sé dónde y no niego que tan solo ver su figura aceleró mi corazón lo cual no era nada bueno.
Ahora los nervios de encontrarme con él me comían, pero ¿por qué debería estar nerviosa? No había razón para eso cuando el culpable de que me sintiera de esa manera era él.
¿Yo no le hice nada? Él es quien debería sentirme avergonzado por romper mi espacio personal el cual no debió hacer.
— April lamento interrumpir en tú trabajo — mire al chico quien tenía unos archivos — pero podrías llevar esto a la oficina de Victoria.
Suspiré hondo porque la idea de ir a la oficina de esa mujer no me agradaba y tampoco tenía ánimos para verla. Enrique trabajaba para esa rubia, era su secretario personal si, así podría decirse ya que tenía a varios trabajando para ella. Me gustaba ayudar a los demás, no era una mala chica pero ver a Victoria Miller no era la indicada para levantar estos ánimos.
— Claro — me levanté y tomé en mis brazos esos archivos los cuales pesaban un poco.
— Muchas gracias linda te debo una — Enrique era parte del personal más viejitos de trabajar en la empresa, estaba entre los treinta y tenía una mirada delicada, era guapo pero nada en comparación de ese... idiota.
Caminé a la oficina de la yegua de Victoria, al estar frente de la puerta de verdad tuve la intención de girarme e irme de nuevo a mi escritorio y olvidarme de las cosas que hacía por los demás. Tome una bocanada de aire y toque la puerta, escuche el pasé y entré como perro por su casa restándole importancia en cerrar la puerta detrás de mí.
Ninguna de las dos nos tolerábamos, decir que eso era mentira sería un completa falsedad ya que me trataba como una pobretona cosa que no aceptaría por nada, en la forma que me miraba cuando pasaba junto a ella me enfurecía y no me dejaría opacar por un mujer que no sabía la talla de su zapato como menos de su lengua.
La yegua levantó la mirada al sentir mi presencia, su rostro al ver que la que había entrado era yo arrugó su nariz mostrando cuanto despreció me tenía y yo tenía una igual en mi interior en lo más profundo de mi alma.
ESTÁS LEYENDO
Un Jefe Idiotamente Sexy ©✔[ Heir#1]
Teen Fiction[EDICIÓN] Mi antigua jefe era todo lo positivo del universo pero todo empezó cuando la empresa cambió a manos del hijo. Él era un demonio sexy, egocéntrico, bipolar y egoísta que podía existir en el planeta. Desde el instante en que nuestros ojos se...