Capítulo 19

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Día libre. 

Kiba y yo nos habíamos quedado sólos en la noche, mirando cómo la otra pelirroja giraba la esquina mientras agitaba su mano y nos sonreía.

Le miré disimuladamente, mientras su mirada estaba clavada en las estrellas que brillaban desvergonzadas en el cielo, junto a la luna decreciente de esa noche.

-Oye, Kiba...- le llamé en voz baja. Él se giró a mirarme, y sus ojos brillaron cuando se fijaron en los míos, o eso me pareció ver.- Puedes... -me sonrojé y no fui capaz de terminar la frase.- Eh...- no me sentía absolutamente nada preparada para decirle que quería darle un abrazo...

-¿Qué necesitas? Dime y lo haré.- su brillante sonrisa me cegó por unos momentos, y sentí que la temperatura en mi rostro aumentaba de nuevo.

-...- busqué una excusa rápidamente.- ¿Me acompañas a casa...?

Devié la mirada avergonzada y oí una suave risa de su parte.

-Claro. Akamaru, vuelve a casa.- bajó al cachorro de su cabeza, que se despidió con un ladrido y salió corriendo de vuelta.

Kiba y yo esperamos a que entrara para girarnos y comenzar a caminar.

Íbamos en silencio, un silencio cómodo, y no pude evitar recordar la noche que Kiba y yo habíamos vuelto a la aldea tras haber estado entrenando hasta tarde en el bosque. Bueno, más que nada, recordaba cómo su mano había cogido la mía sin preocuparle nada, y la pequeña sonrisa que había en su rostro en aquel momento.

El camino se me hizo realmente corto. Cuando quise darme cuenta, ya nos habíamos detenido delante de mi puerta.

-Gracias por acompañarme...- dije casi en susurros, con mi mirada puesta en el suelo.

-No hay de qué.- su voz sonaba a risa, y cuando alcé mis ojos a los suyos, los vi cerrados y una gran sonrisa en sus ojos.

-Entonces... Hasta mañana.- sonreí. Estaba avergonzada y no sabía que decir, pero no quería que Kiba se fuera. Volví a bajar la mirada algo impotente.

Y de pronto sentí un rápido movimiento delante mía. Un cambio de luz y un suave calor en mi mejilla.

Con los ojos muy abiertos, observé a Kiba separase de mí.

-¡Hasta mañana!- se despidió, con los ojos brillantes y una gran sonrisa, mientras se daba la vuelta y se alejaba.

Hechizada, llevé mis dedos temblorosos al lugar de mi rostro donde Kiba había dejado un dulce beso. Con las mejillas sonrojadas, el corazón acelerado y todavía poniendo las yemas de mis dedos en mi mejilla, observé al moreno desaparecer en la noche mientras corría de vuelta.

Entré en casa en silencio. Tenía el pensamiento de que cualquier cosa desharía esa nube en la que flotaba en esos momentos.

Dejé los zapatos y entré, sin separar la mano del lugar donde Kiba me había besado, y me detuve en el espejo.

Mi reflejo me devolvió la mirada. Esta vez, no sentí miedo, sólo algo de inseguridad.

Mis ojos rosa claro me observaban curiosos y desconfiados, casi como si estuvieran despertando de un sueño muy real y aún no se creyeran lo que veían.

Esa noche, me empecé a preocupar de verdad.

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A la mañana siguiente, me levanté temprano. Me di una buena ducha de agua casi fría y cepillé mi cabello a conciencia.

Salí de casa en dirección al parque, dónde había quedado.

Al llegar, la vi sentada en un columpio, balanceándose suavemente con la mirada puesta en el suelo.

Genjutsu  (Kiba Inuzuka y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora