Capítulo 36

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¡Y este capítulo para despedir el año y darle una buena bienvenida al 2020! ¡Disfrutad!

Promesas restauradas. La arena junto a la hoja.

Mi sonrisa se ensanchó, pero la culpabilidad me inundó.

Me puse bien enfrente del Uzumaki, y mi rostro se volvió serio mientras él me observaba, ya sin rastro de lágrimas en su rostro.

-Naruto, yo tampoco te lo he contado todo. Lo siento.

Él ladeó la cabeza, y yo hice una mueca.

-Desde el día en que me atacaron en el bosque... ¿Lo recuerdas, no? Me hicieron un jutsu prohibido.

-Sí, me acuerdo de eso. ¿Qué pasa?

-Yo...

-¡Nee-chan, tus ojos! ¡Son naranjas!

-¿Naranjas?- inquirí confusa. Me pregunté qué significaría ese color, pero antes debía explicarle a Naruto todo.- Eso no importa ahora. Tengo que decirte algo.

-¿Estás bien?- su voz preocupada llegó a mis oídos.

-Naruto, el jutsu que me hicieron hace que mis ojos cambien de color según mis emociones.- mi tono de voz era suave y bajo, como si así evitaba que él pudiera escucharlo.

-¿Qué?

-Sí. No sé muy bien qué significa cada color, o cuántos son, pero no quiero que la gente lo sepa. Es por eso que usaba esas gafas...

-¿Qué crees que significa el blanco?

Posé mi mirada en la suya. No me atrevía a decir nada.

-¿Estás asustada?

-¿Vas a apartarme tú?- esta vez era mi voz la ahogada, y era yo la que se esforzaba por mantener la compostura.- ¿Vas a contárselo a alguien?

Y esta vez, al contrario que la anterior, fue él quien me abrazó a mí.

-No se lo diré a nadie, nee-chan. Puedes confiar en mí.- se separó y me miró.- Es una promesa.- su sonrisa fue imitada por la mía, y así fue todo el rato que estuvimos hablando hasta que salí de ahí.

Antes de irme, fui a avisar a Kiba de que me iría a casa y que mañana iría a verlo. Tras una mutua sonrisa y dejar el breve mensaje, salí del hospital y me adentré en las calles de Konoha.

---🍥---

Desde lejos era bastante fácil reconocerlos. Bueno, todos en la aldea eran bastante raritos, pero ellos también llamaban un poco (bastante) la atención.

Un cabello pelirrojo llamativo junto a un brillante pelo rubio recogido de una forma extraña y una figura totalmente negra en la distancia. Todos cargaban extrañas cosas, Gaara su calabaza de arena, Temari un abanico gigante y el otro chico un vulto envuelto en vendas.

Me acerqué animada.

-¡Hola! ¡Por fin os encuentro!- exclamé al posicionarme detrás de ellos. Al escuchar mi voz, los de Suna se giraron para mirarme.

-Hola, pelirroja.- saludó Temari con una sonrisa ladeada.- ¿Nos buscabas?

-Sí, quería despedirme. Y también volver a agradeceros por haber ayudado a mis amigos, aunque suene repetitivo.- sonreí. Me giré hacia el otro chico.- ¿También eres hermano de Gaara?

El chico con la cara pintada sonrió narcisista.

-Yo soy Kankuro, el marionetista.

-¿¡Usas marionetas!?- alcé la voz asombrada.- ¡Eres la primera persona que conozco que sabe hacerlo! ¡Por favor, enséñame!- rogué dando pequeños botes en mi sitio como una niña.

Genjutsu  (Kiba Inuzuka y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora