Capítulo 30

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Suna, la aldea de la Arena. Cabello pelirrojo...

La pequeña nube de arena me hizo aterrizar con suavidad en el suelo, a los pies de alguien. Por el rabillo del ojo vi que Lee también estaba allí, pero ahora mi mirada estaba centrada en otros ojos. Un par de brillantes orbes azules rodeados de profundas ojeras oscuras, un revuelto y desordenado cabello pelirrojo y una expresión seria y casi indiferente. Y en su frente, un kanji con la palabra "Amor" escrito en rojo.

-Somos la aldea aliada de Konoha. Los shinobis del desierto.

Me quedé sin respiración un momento mientras escudriñaba al chico. Vestía con colores rojos y blancos y llevaba una cantimplora muy grande con forma de ocho o de calabaza, de color amarillenta como la arena. De la boca de esa cantimplora salía arena, que flotaba en el aire de forma extraña.

Oí la voz ahogada de Lee a mi espalda.

-Sabaku no Gaara... [Gaara del Desierto]- murmuró, observando como el chico caminaba y se posicionaba delante de nosotros.

-Gaara.- repitió Kimimaro.- ¿Te llamas así?- cruzó los brazos sobre su pecho, pero vi como unas puntas blancas comenzaban a asomar de sus dedos.- ¡Teshi Sendam! [Dedos Bala Taladradores].

Al instante, dirigió sus brazos hacia nosotros y los huesos-bala salieron disparados hacia el chico pelirrojo.

-¡Cuidado!- grité, al ver que no se movía y que se mantenía de brazos cruzados. De repente, la arena comenzó a moverse por si sola, sin que el chico hiciera ningún sello, y se colocó delante de él como un escudo protector.

Este detuvo el ataque, y admiré con la boca abierta como los huesos atravesaban la arena y caían sin fuerza al suelo, inutilizados. Lee exhaló aire sorprendido también.

-¿Ha disparado los huesos de sus dedos?- preguntó a nadie en particular mi compañero, viendo al chico albino bajar los brazos a lo lejos.

-Eres muy impaciente.- dijo el pelirrojo, y dirigí mi mirada a él. Su voz denotaba molestia, y también algo de egocentrismo. Pero sobre todo, podía distinguir un tono de indiferencia que inundó mis oídos.

Se hizo el silencio en el campo de batalla tras sus palabras.

Los chicos que seguían en pie se observaban a los ojos, sin decir nada, analizando a su oponente en silencio y con la mirada fría.

El pelirrojo giró un poco su cabeza y clavó sus ojos celestes en los de Lee.

-Tú.- el pelinegro subió su mirada a él, y esperó a que el contrario siguiera hablando. Éste volvió a poner su mirada en el frente.- Cuando luchamos, ponías más velocidad y espíritu en tus ataques.

Lee parpadeó confuso, pero yo lo estaba más aún. ¿Se conocían?

Mi amigo de verde se puso en pie con esfuerzo.

-Sea como sea... No te guardo rencor ni nada, porque gracias a ti he tenido que superar unos duros momentos y una difícil operación.- se quedó de pie detrás de él, y pude percibir una ligera sonrisa en sus labios.

-¿De veras?- respondió el pelirrojo, con un tono totalmente frío y desinteresado, y vi asombrada como la arena que usaba de escudo y la que estaba debajo de Lee flotaba hasta entrar en su calabaza.

Al ver esto, yo también intenté levantarme para liberar la arena, pero mi pierna flaqueó y habría caído si esa arena no me hubiera ayudado a mantenerme de pie, empujándome por un costado. Un poco de sangre escurrió desde mi herida hasta mi tobillo.

-¡Shanna!- dijo Lee preocupado, al verme tambalearme. Se acercó un poco a mí y me agarró del brazo.- ¿Estás bien?

Oí un ruido y bajé la mirada a ver qué era. En el suelo, con la correa azul  cortada por el último ataque del peliblanco hacia mi persona, se encontraban mis gafas.

Genjutsu  (Kiba Inuzuka y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora