Capítulo 28

1.2K 114 164
                                    

La noche que el emo saltó por la ventana y se fugó... La fuerza del clan Akimichi.

Había cogido mis cosas de pelea y estaba ya lista para reunirme con Sasuke.

Había llegado la noche que me había citado, y ahí estaba yo, en el tejado de su casa, esperando pacientemente.

Estaba sentada con las piernas cruzadas como indios sobre las desgastadas tejas, observando a la oscuridad.

Aquella noche hacía calor, más que los días anteriores, por lo que se estaba genial allí sentada, donde corría una suave brisa. 

Apenas llevaba unos diez minutos allí esperando cuando vi una sombra salir del edificio. Rápidamente reconocí al Uchiha, por dos razones: 

Era demasiado tarde como para que cualquier persona normal saliera de casa a estas horas, excepto Sasuke y yo, pero nosotros no entrábamos en la calificación de "normales". Tanto por lo que me había contado Sakura por su actitud de Uchiha. 

La segunda razón era su pelo. Nadie más tenía un pelo como si acabara de meter los dedos en el enchufe mientras se peinaba, y por eso había quedado hacia atrás. Inconfundible. 

Iba a bajar a su lado cuando vi que giraba su cabeza hacia donde estaba yo. Me miró, pero sin decir nada, se giró y siguió caminando. 

Entendí el mensaje: "Si vienes, hazlo de lejos". 

Así que le seguía por los tejados mientras que él caminaba por la calle vacía, sabiendo que yo le estaba siguiendo sin hacer ruido. 

Se estaba dirigiendo a las puertas de la aldea, desde arriba se podía predecir su punto de destino. Se me pasaron por la cabeza varias ideas sobre por qué se dirigía hacia allí, pero antes de poder bajar a preguntarle vi una sombra que me lo impidió. 

Fue sorprendente reconocer a Sakura plantada delante de Sasuke, haciéndole cara para evitarle continuar su camino. Estuvieron hablando, pero no podía oír nada desde mi posición. Eso sí, no dudé en intervenir, bajando de un salto, cuando vi cómo el moreno golpeaba a la chica y la dejaba tumbada inconsciente en un banco cercano. 

-¡Eh! ¿Qué haces?- pregunté cuando me puse a su altura, viendo como acomodaba a la Haruno en el banco y apartaba un mechón rosa de su rostro. Este acto no pasó desapercibido por mí, pero no dije nada al respecto. 

-Si no hacía nada intentaría detenerme, o aún peor, intentaría seguirme.- explicó sin girarse a mirarme. 

Vi su espalda y sus hombros, y por un momento me imaginé un gran lastre sobre ellos que le pesaba demasiado. 

-Entonces, ¿te vas?- debió de notar mi tristeza y desilusión en mi voz, porque entonces sí se giró a mirarme. Sentí que algo dolía en mi pecho. 

No me gustaba Sasuke. Era muy mandón y antisocial, frío y molesto. Pero aún así era mi amigo, y, aunque tapado por la luz de Naruto; él había estado ahí conmigo, escuchándome sin juzgarme y sin preguntar cosas dolorosas. Sólo había estado a mí lado, en silencio, opacado por las brillantes sonrisas del rubio. Me había escuchado y no me había dicho nada, ni bueno ni malo. En el fondo, aquello era realmente agradable.

Dicen que un amigo no es aquel que te ayuda a levantarte cuando te caes, sino aquel que espera pacientemente a tu lado. Mirándote, acomodado en cuclillas, esperando a que te levantes tú sólo para continuar vuestro camino juntos.

Aquello era reconfortante.

Siempre dolía dejar marchar, aunque fuera alguien como él, supongo.

-Necesito- hizo una pequeña pausa, remarcando esa exigencia.- poder. Y en esta aldea no podré conseguirlo. 

Suspiré adolorida. 

Genjutsu  (Kiba Inuzuka y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora