Episodio 1

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Esperanza

Cuando sus miradas se cruzaron, la mente de Shanna tardó un momento en procesar lo que estaba pasando. 

Ante ella, había un chico. Un chico que se parecía demasiado a alguien ya muerto, pero diferente. Apenas fue capaz de pronunciar su nombre con un suspiro. 

-¿Ki...ba...?- murmuró, sintiendo su garganta cerrarse del miedo. 

Eran sus ojos oscuros; su cabello totalmente despeinado y desordenado, como si acabara de levantarse de la cama; sus marcas rojas triangulares de sus mejillas; sus labios rojos entreabiertos mientras respiraba entrecortadamente.

-¡Shanna!- sollozó, corriendo hacia la cama y lanzándose sobre ella. Se arrodilló sobre el colchón, casi cayéndose por lo apresurado de sus movimientos, y la envolvió en sus brazos con apremio y ansiedad, sintiendo que aquello no era real y que se desvanecería ante sus ojos como en sus sueños, como las ilusiones. 

La pelirroja no fue capaz de decir nada mientras que el chico la apretaba contra su cuerpo cálido, escondiendo su rostro en el cuello de la chica mientras lloraba desconsolado. No podía decir nada, apenas tenía fuerzas, y usaba todas las que podía en mantener a Shanna pegada a él. 

-Dime que esto es real... Kamisama(*)...- lloró, con la voz ahogada, como si estuviera asfixiándose en sus palabras. Shanna dejó de hacer fuerza en sus piernas y dejó caer todo su peso, pero fue sostenida por el contrario. Allí ambos, ella sentada sobre sus piernas y él arrodillado a su lado,  se mantuvieron en silencio mientras que los latidos del corazón de la pelirroja temblaban como las palabras del contrario. 

Sentía el corazón del chico palpitar con tanta fuerza como el suyo, como el aleteo de un una cría de pájaro que apenas comenzaba a volar. Sentía cómo la apretaba con fuerza, podía sentir su miedo y su dolor, cómo las lágrimas que él dejaba escapar se colaban entre el cabello y la ropa de la chica. Tragó saliva. 

Aquel rostro, era sin duda el del chico Inuzuka. Sin embargo, era diferente. Era mayor. 

-¿Kiba...?- repitió, sintiendo que su propia voz apenas salía. 

Lo sintió tomar una respiración, tomar valor, y erguirse. Deshizo su abrazo, pero dejó una mano colocada sobre el brazo de la chica. Llevó su otra mano al rostro de la menor, y lo acarició con una delicadeza que le pareció irreal. Shanna creyó que jamás volvería a recibir aquellas caricias, se había obligado a olvidar el tacto suave de aquellas manos sobre su cuerpo. Quiso cerrar los ojos para disfrutar de la ilusión, o el sueño, o lo que fuera aquello, pero no quería apartar su mirada ni por un segundo. 

Kiba aún lloraba, pero no se preocupaba por siquiera intentar limpiar las lágrimas de sus mejillas. Mientras él acariciaba ahora su cabeza, ella elevó sus manos, temblorosas, y colocó una a cada lado de su rostro. Sin prisa y con cuidado, limpió cada una de las lágrimas con sus pulgares, mientras que él apretaba y mordía sus propios labios y cerraba los ojos, sin ser capaz de retener sus lágrimas por más tiempo. Él bajó la cabeza un poco, y dejó su mano caer hasta su regazo, sin fuerzas. La pelirroja no sabía que sus propias lágrimas también habían comenzado a caer. 

-Por Dios...- gimió, dejándose caer hasta apoyar su frente en el hombro de Shanna. La abrazó de nuevo, con  un dolor punzante en el pecho, aterrorizado.- Estás aquí... Roja...

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Shanna también comenzó a llorar, con sollozos y gemidos cada vez más fuertes e incontrolables. Su cuerpo se estremeció y tembló. 

Kiba se echó un poco hacia atrás, ya que era el turno de la contraria de salir del shock y ser consolada. Él se enderezó y fue ella esta vez quien se lanzó hacia él, pasando sus brazos al rededor de su cuello y aferrándose a su ropa como si su vida dependiera de ello. 

Genjutsu  (Kiba Inuzuka y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora