Epílogo

419 11 16
                                    

Oscuridad

Reinaba el silencio. 

De hecho, había un silencio tan profundo y aplastante que la asfixiaba. Oía un agudo y doloroso pitido en sus oídos que no parecía disminuir. 

También hacía frío. Si hubiera podido mover su cuerpo, probablemente estaría temblando. Se dio cuenta que, además, ni siquiera sentía su cuerpo. Trató de mover los dedos de sus manos pero ni siquiera podía sentirlos allí. Quiso abrir sus párpados, pero parecían realmente pesados, y no logró mover ni un músculo. 

El terror arañó su interior y se arrastró por su pecho, estrangulándola, cubriendo cada parte de su ser y dejando que el miedo se extendiera y la ahogara. En realidad, comenzó a sentir que le faltaba el aire, que no alcanzaba sus pulmones y la dejaba jadeando en busca de oxígeno. Su respiración se aceleró y su pecho subía y bajaba a una velocidad abrumadora, pero nada parecía lograr que pudiera respirar de nuevo. 

Comenzó una asfixiante lucha entre ella y su cuerpo, donde trataba de levantarse, de respirar, de moverse, gritar y arañarse el cuerpo al sentir cómo unas manos esqueléticas comenzaban a agarrarla y a tirar de ella, hundiéndola cada vez más y más en la oscuridad, el silencio y la angustia. Quería patalear, cubrirse el rostro, quería arrancarse la piel que parecía arderle con furia. 

Era como ahogarse en un lago, sintiendo que te arrastraban hacia la profundidad sin que pudieras patalear o nadar a la superficie. Veías el reflejo sobre ti, la luz brillando en las primeras capas de agua y desapareciendo lentamente mientras que la oscuridad comenzaba a tomar protagonismo. Veías tu salida sobre ti, sabías que allí estarías a salvo y que podrías respirar, que nada podría hacerte daño. 

Pero ella había estado en aquella orilla, en la superficie, y de todas formas ella no había podido hacer nada para evitar lo que ocurrió después. Y mientras se hundía lentamente, el agua parecía deslizarse a la fuerza por su garganta, inundando sus pulmones y ahogándola lentamente. 

La presión la aplastaba, sus oídos seguían pitando, su cabeza parecía querer romperse a la mitad y su garganta ardía. Realmente parecía estar hundiéndose en un oscuro y asfixiante pozo sin fondo. 

Las lágrimas escaparon de sus ojos y recorrieron sus mejillas como si quisieran hacer carreras, dejando tras ellas un rastro húmedo que ella deseaba secar. Con su respiración acelerada y el miedo cubriendo cada parte de su cuerpo, aquellas lágrimas no significaban nada, y se deslizaban por sus sienes desvergonzadamente hasta perderse entre su cabello, cosquilleando alegres. 

Tragó en seco, y pronto se dio cuenta de que ni siquiera podía tomar aire. No lograba llegar a sus pulmones, no podía bajar hasta su pecho. Sintió dolor y ansiedad. Era como si una serpiente se estuviese enroscando alrededor de su cuello, permitiéndole expulsar aire pero no tomarlo, y apretando cada vez más y más fuertemente. 

Un grito se atascó en su garganta, mientras, de alguna forma que no lograba comprender, alzaba sus temblorosas y dañadas manos y las colocaba sobre su cuello. Por supuesto que no había nada allí, ni agua ni serpientes, pero la sensación perduraba. La oscuridad parecía reírse de ella, el silencio del lugar había sido sustituido por sus gemidos y llantos ahogados, todo su cuerpo ahora convulsionaba. 

Aún habiendo lágrimas cristalinas arrastrándose hasta el suelo, de pronto sintió que recuperaba el control de todo su cuerpo. Arqueó su espalda hacia arriba y elevó las rodillas, apoyando sus pies en el suelo con fuerza. Sintió su despeinado cabello mezclarse con las lágrimas, y se hizo algo de daño al elevar la espalda y tirar de algunos mechones intencionadamente, pero no le importó. 

De pronto, abrió la boca y una gran fresca y profunda bocana de aire se hizo paso a través de su garganta y proporcionó oxígeno a sus ardientes pulmones. 

Lloró al poder respirar de nuevo, y con una segunda inspiración, su mundo pareció resquebrajarse y temblar. 

Shanna abrió los ojos. 

---🍥---

752 palabras. 



Genjutsu  (Kiba Inuzuka y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora