Capítulo 24

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Debilidad.

Temblaba cuando llegué a casa.

Puede que parte de ello fuera por el terrible frío que hacía fuera, pero la mayor parte de la culpa la cargaba ese escalofriante mensaje que alguien había dejado para el resto de su clan.

No hace falta decir que estaba muy confusa, ¿no?

No había entendido el mensaje por completo, sólo que había algo en un Santuario, un mensaje sólo para los Uchihas.

Me pregunté cómo es que nadie se había dado cuenta del gigante mensaje escrito en la pared, pero no pude formular una respuesta.

Aunque estaba segura de que era así, tuve que mirarme en el espejo del baño para aclarar mis dudas. Mis ojos todavía tenían un color blanco en ellos, y un ligero marrón le hacía compañía al color brillante.

Entonces caí en la cuenta de algo. Los colores de mis ojos y los últimos colores que había tomado el texo eran los mismos.

Con el corazón golpeando en mi pecho con fuerza, recordé el primer color que había visto en aquella pared. Verde, al igual que el habitual de mis ojos.

La idea de que los colores del mensaje habían cambiado según el color de mis ojos hizo que un escalofrío recorriera mi cuerpo. Tenía miedo, sí, y era la única emoción que me invadía cuando pensaba en eso.

Necesito averiguar porqué mis ojos cambian de color.

Un gran golpe se escuchó en el salón, y de pronto vi cómo un nuevo color acudía a mis ojos.

Observé por última vez el color azul cielo en mis iris y salí del baño.

Me asomé al salón, no había nada. Sólo había una silla tirada en el suelo.

Me llevé una mano al pecho para tranquilizar mi corazón y puse de pie la silla, y la arrimé a la mesa.

Una presencia se hizo latente detrás de mí, y me giré rápidamente reuniendo coraje y sacando un kunai.

Sólo llegué a tiempo de ver una nota flotar en el aire y caer al suelo.

Apenas unos segundos antes de que mis ojos se conectaran con quien había tirado la silla, había desaparecido.

Se había ido y sólo había dejado una nota, ahora descansando perfectamente alisada en el suelo.

Con un suspiro de frustración la cogí y mi ceño se frunció al reconocer la letra.

Sí, era la letra de "Jin".

Había estado aquí y había jugado conmigo de nuevo.

Volví al baño para apagar la luz, pero entonces vi que mis ojos habían vuelto a cambiar.

Esta vez, el color protagonista era el rojo.

Leí la nota una vez más, todavía con una mueca en el rostro.

Suspiré con frustración y me fui a mi habitación, dejando con un golpe la nota en una mesa.

Me dediqué a buscar mis gafas oscuras mientras que la noche y el silencio envolvían mi habitación, y casi podía sentir aquellas palabras siendo pronunciadas por él.

En la hoja, las letras rezaban una advertencia.

"Es una gran desventaja que tus enemigos puedan saber 'eso' de tí, ¿cierto? ¿Aún no te has dado cuenta, Shanna de Konoha?"

---🍥---

Ahora no cabía duda.

Mi reflejo en el espejo de mi cuarto me devolvía la mirada.

Genjutsu  (Kiba Inuzuka y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora