El diario de Hollie, capítulo cincuenta y siete

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A la hora de salida fui de las últimas en abandonar el colegio, no tenía ánimos de nada en ese momento, mi vida iba en decadencia y lo peor era que yo misma me había puesto de ese modo, me había prohibido ser feliz enfocándome solamente en la tristeza y el dolor. Masoquista. 

Quería pensar, sabía que necesitaba tiempo para hacerlo, pero no sabía precisamente en qué, mi mente estaba en blanco y es

o realmente me perturbaba. Caminé a paso lento, cada paso era un minuto que pasaba, incluso me puse a jugar cantando una canción que mi padre me enseñó de pequeña: seis adelante, tres atrás

"El ferrocarril -carril-carril de Lima la paz - la paz - la paz, un paso hacia atrás -atrás -atrás" 

Pero no, nada lograba desestresarme, nada lograba volverme a mi lugar feliz, a ese trance de aflicción en el cual vivía. El golpe a la realidad que tía Cara me dio ha sido realmente fuerte, y la réplica de Sylvester fue aún peor, y el darme cuenta que yo misma, por mis propios méritos, me había vuelto invisibles para el resto era aún peor... 

- Hollie - sonrió
- Hola, ¿Qué.. qué haces tú aquí? - pregunté extrañada mirando los vasos que tenía en sus manos
- Quería invitarte a un café pero falta poco tiempo para que tu amiga salga, por lo que creí que te gustaría un raspado en vez de ir hacia la cafetería ¿he acertado? 
- No, realmente no - respondí un poco fastidiada por la interrupción de mi momento a solas mientras me rascaba el cuello en señal de incomodidad 
- Oh 
- Perdóname pero creo que no es el mejor momento, en serio
- ¿Qué es lo que te ha dicho Sylvester? Te he notado rara desde que haz hablado con él, ¿qué fue lo que pasó?

Suspiré por milésima vez en ese día
¿A dónde rayos se había ido todo ese optimismo que tenía esta mañana?

- ¿Sabes qué? Ese raspado se ve realmente bien
- ¿Rojo o azul? 
- Rojo - dije tomándolo entre mis manos

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