El diario de Hollie, capítulo veintiséis

1.1K 29 2
                                    

Capítulo 26

No podía quedarme más tiempo en ese ambiente cerrado que solo se encargaba de ponerme de algún modo clautrofóbica, necesitaba ir a otro lugar y respirar aire puro, caminé evitando a todos tanto profesores como alumnos que me seguían con la mirada cuando salí caminando rápida y firmemente por la puerta de entrada del colegio que era por la cual salí hacia las transitadas y congestionadas calles de washington D.C., caminé sin rumbo de lado contrario a donde me llevaba realmente a mi casa, no sabía que hacía ni a donde iba solo necesitaba respirar, respirar y pensar. Me senté en una banca que se ubicaba cruzando la pista en frente de un edificio con escaleras de cemento, un nodo se me formó repentinamente en la garganta y lo único que hice fue tragarmelo ya que sabía que no tenía absolutamente a nadie para que me dé consuelo y eso era algo explícito en mi vida, nunca tenía a nadie, siempre estaba sola...

Querido diario.

Hoy no ha sido un día bueno exactamente, en la mañana me enteré que soy propensa a tener bulimia (irónico, ¿no? alguien gorda como yo con bulimia) luego lo de que a Finn aun le gusta Elli (o eso me dijo ella) pero ese no es el punto, esta vez en este momento no quiero hablar de Finn ni de Beth ni de mi casi bulimia ni de mi anemia ni de mi asma ni nada que tenga que ver con eso. Quiero hablarte sobre mis sentimientos.

Ver a la persona que te gusta enamorarse de alguien que no eres tú duele en verdad, duele demasiado. Es como sentir que te dan una de esas patadas mortales que te dan justo en el abdomen dejandote sin aire, pero una patada de esas sería mucho mejor ya que solo te abrazas el abdomen y te regresa el aire. Sin embargo la patada que me han dado hoy a sido mil veces más mortal que todas las patadas del mundo, ¿sabes? por más que trato de abrazar mi abdomen y respirar es como si lo agrandara más con cada cosa que digo, cada cosa que hago cada minúsculo detalle sirve simplemente para ponerme más frágil y abrir una brecha más grande en mi pecho que se va convirtiendo en un enorme agujero negro. Recuerdo aquellos días donde mi máxima preocupación era que el color de mi sueter no combinaba con el de mis zapatillas, o que el sabor de yogurt congelado que me dio mi madre no era de mi agrado... como añoro esos días, como añoro a mi madre. Estoy segura que ella sabría que hacer en estos momentos, ella sabría exactamente qué aconsejarme cuando aconsejarme y donde aconsejarme... me podría dar uno de esos abrazos de consuelos que serían como una aspirina para pegar y recomponerme el corazón que está hecho añicos en más de mil trozos. Preocuparme por cosas importantes como por ejemplo ese vagabundo que está sentado en las escaleras del edificio de al frente que en serio tiene cosas importantes por las cuales preocuparse como comer o tener un lugar en donde vivir así no sea comodo que lo protegiera de las torrenciales lluvias que caía y aún así lucha por salir adelante, y yo preocupandome por alguien llamado Finn Robinsson, sin embargo yo... yo quiero morir teniendo todo... y a la vez nada. 

Hollie Felling Mckenzie

El diario de HollieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora