—¿Qué quieres que te diga?, no quiero estar todo el día pegado a ti Aristóteles — Expreso con molestia el López cruzado de brazos, ni siquiera se había parado para confrontar a su pareja quien apretaba sus puños con fuerza, Diego veía con temor la disputa que se estaba dando, él solo quería hacer las paces con el novio de su ex-novio y así poder brindar a gusto con el Córcega, jamás pensó que verían a Temo con Mateo y oír a su mejor amigo decir aquellas palabras tan feas, ¿Por qué Temo había dicho eso a un desconocido que no le agradaba a casi nadie?, ¿tan poca confianza les tenía?
—Si no querías estar conmigo me hubieras dicho y mejor me quedaba en Oaxaca y te hablaba cuando podía en vez de estar como pendejo rascando a tu agenda para ver a qué horas me puedes dar tu atención, Cuauhtémoc
Mientras que Mateo estaba encantado con lo que veían sus ojos grisáceos, la mirada molesta que tenía Cuauhtémoc era opacada por la mirada dolida y acuosa que tenía Aristóteles, hasta podría decir que sentía pena por el oaxaqueño, que su pareja vaya con el primer desconocido a quejarse no era demasiado agradable si lo pensabas bien.
—Wow, hasta la pareja más unida tiene problemas —Exclamo con falsa sorpresa ganándose la mirada molesta del Córcega
—Tu no te metas en la discusión Symanski — Reclamo
—Tu no eres quien para callar a mi amigo, dijiste que estabas de acuerdo con que fuéramos todos amigos —Una sonrisa burlona apareció en sus labios, ahora el López saltaba a defenderle con tal de prolongar la disputa, ¿aquello podría ser mejor?
—Los amigos no se meten donde nadie los llama, pero veo que estás demasiado a gusto con tu amigo, así que disfruten su comida y perdonen por traerles mi despreciable presencia y arruinar su comida, no saben cuán afligido me siento —Aristóteles tomo de la mano al Ortega quien se trató de zafar
—Pera' Aristóteles, yo si quería comer aquí — Sus reclamos se oyeron unos instantes más antes de que ambos universitarios salieran por la puerta, sus siluetas fueron cada vez más lejanas hasta que fue difícil verlos desde su asiento.
—Perdoname por la pelea, no sabía que Aristóteles vendría — Se disculpó su compañero de campaña, negó sin darle importancia
—Entiendo a Aristóteles, si la persona que hace días me odiaba y de un día para otro me pide las paces y ese mismo día mi pareja va a comer con él, se genera una disputa por qué mi pareja no se siente a gusto conmigo y se lo dice a mi ex- enemigo, de igual manera me hubiera molestado, Cuauhtémoc, ponte en su lugar y ahí entenderás que hacer mal — De su billetera saco dinero que dejó en la mesa y se dio la vuelta — Me debo ir, adiós Cuauhtémoc
No oyó siquiera su respuesta antes de irse de aquella cafetería y de dirigía a lado rápido por donde vio que se fueron el Córcega y el Ortega, si bien le iba, tendría oportunidad de hablar con el oaxaqueño y decirle que no tenía la intención de que se pelearán, de tal manera que este viera en él alguien en quien confiar. Sonrió, su plan estaba dando buenos resultados, a este paso la relación de ese par se vería vulnerable y su venganza personal empezaría.
—Aristoteles — Llamo, tras una hora buscándole, lo encontró tomando un raspado junto con el Ortega, quien llevaba lentes de sol como si fuera una celebridad aunque, si el señor Ubaldo ganaba la presidencia, sería una celebridad.
—¿Qué quieres Symanski?, no estoy de humor para pelear contigo — El de cabellera rizada dejó su raspado de grosella de lado, su pierna derecha se cruzó con la izquierda a la par que sus manos se sostenían de la banca donde se hallaba, sus ojos marrones le veían fijamente y aquello le hizo revolver su estómago, tal vez la molestia de verle.
—Venia a disculparme, solo buscaba celebrar con Cuauhtémoc que nuestra propuesta fue aprobada por el señor Ubaldo, jamás desee que ustedes llegarán a una discusión — Mintió extendiendo su mano — Si no quieres saber nada de mí lo entiendo, no soy la persona más apta para pedir perdón luego de lo que he dicho y hecho a Cuauhtémoc y a ti.
—Te perdono —Solto por fin el contrario estrechando sus manos, Diego alzo sus lentes mientras arqueaba su ceja, parecía una diva si le preguntaban a Aristóteles — Tú no tienes la culpa de que las cosas entre Temístocles y yo no estén funcionando... Yo me disculpó por haber desconfiado de ti, no eres tan malo como pareces Symanski.
Una sonrisa se apareció en su rostro mientras se sentaba a lado del oaxaqueño y empezaban a hablar
Oh Aristóteles, a veces el que parece bueno no es forzosamente el bueno.
Debiste seguir desconfiando.
Hola, bueno, venía a publicar esto para bajar el dolor que nos dio el capítulo de hoy
Espero y les vaya gustando el fic, me gustaría saber sus comentarios.
Los quiero
Atte. CallMeMemoAponte
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Rompiendo el Aristemo (Aris x Mateo)
FanfictionMateo no quería a Aristoteles, no, todos los homosexuales le incomodaban Pero ese chico era la persona perfecta para causar la salida de campaña de Cuauhtémoc. Y él quería ver como este se rompía lentamente