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La vida de Cuauhtémoc ya no era en lo absoluto interesante para nadie, en algún momento se quería buscar por qué es que lastimaba a Aristóteles y le hacía la vida tan horrible

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La vida de Cuauhtémoc ya no era en lo absoluto interesante para nadie, en algún momento se quería buscar por qué es que lastimaba a Aristóteles y le hacía la vida tan horrible.

Con ello se podían teorizar dos cosas:

La primera es que tuviera un trauma, algo que hubiera sucedido en el pasado con él; aquello era erróneo, Cuauhtémoc tal vez había tenido algunos momentos malos en el pasado pero ninguno le llegó a traumar en lo absoluto.

La segunda es que era un hijo de perra el cual solo buscaba tener en la palma de su mano a cualquier idiota que pudiera usar como juguetito improtandole muy poco lo que esté quisiera; aquello era erróneo pero a la vez cierto, ¿en qué no era cierto?, su madre no era una perra, el resto pero el resto resultaba ser aún incompleto, faltaba decir que también le importaba un comino su padre y hacerle sentir mal.

Ya saben, Cuauhtémoc es el típico chico latinoamericano (aunque tampoco podemos excluir a los norteamericanos, europeos, asiáticos, africanos y demás) el cual solo veía por si mismo y pisoteaba a sus padres cuando quería, algo similar a los chicos de la Rosa de Guadalupe o Como dice el dicho.

En fin, aquella tarde después de clases, el tan odiado poblano había llegado a su departamento para ser recibido por nadie, no es que "nadie" fuera el nombre de alguna persona o animal, sino más bien que, literalmente, no había nadie en el departamento.

Pancho, a pesar de ser alguien demasiado bondadoso como para ser real, por fin había llegado a su límite, un límite que varios jóvenes y adultos podían colaborar que era, en efecto, malo; así que finalmente tomo sus cosas y se fue a visitar a su amigo Ubaldo, con quién había perdido comunicación por estar tan centrado en Cuauhtémoc.

Posterior a ello se iría de vuelta a Oaxaca dónde se encontraba el resto de la familia esperándole.

Lo primero que uno como hijo hace es buscar a sus padres, tal vez alguna nota que fuera indicios de dónde se encontraban, pero Cuauhtémoc era igualmente "vale madres" así que pensó que solo se había ido un rato del departamento y volvería a suplicarle que cambiará su actitud como todos los días

Solo que este no era un "todos los días" y él por fin entendería.

O tal vez no.

Los jóvenes tenían una mente demasiado compleja como para entenderla al cien.

En un momento te dicen "te amo" y luego te dicen un "lo siento" tras haberte engañado.

Si, demasiado complejos.

Ocho de la noche, Pancho sigue sin aparecer, Cuauhtémoc se encuentra viendo sus redes sociales

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Ocho de la noche, Pancho sigue sin aparecer, Cuauhtémoc se encuentra viendo sus redes sociales.

¿Le llamo para saber dónde estaba?. No

¿Mando algún mensaje?. No

¿Siquiera se preocupo por saber si le habían asaltado o algo por el estilo?. Nuevamente, no

Ya había comido pizza que pidió a domicilio por lo que no tendría hambre hasta el día siguiente y siguió en lo suyo.

Once de la noche, se había acostado a dormir, sin noticias del mayor, sin haber siquiera revisado por la ventana si estaba llegando.

No hizo nada y Pancho, quien hablaba con su amigo de años, por primera vez en su vida tuvo que aguantar sus ganas por saber de su hijo.

Debía enseñarle por fin una lección, que aprendiera de sus errores, antes de dormir, Pancho rezo por su hijo, por qué volviera al buen camino y dejara de lastimar a los demás.

Si, a veces la realidad de los padres de diferentes partes del mundo, superaba a la ficción de las novelas.

¿Cuánto habrá pasado desde que Pancho dejo el departamento?, ¿una o dos semanas?, tal vez tres o cuatro habían sido

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¿Cuánto habrá pasado desde que Pancho dejo el departamento?, ¿una o dos semanas?, tal vez tres o cuatro habían sido.

Cuauhtémoc sentía, por primera vez en su vida, que era una eternidad.

En la universidad nadie le hablaba, no había con quién salir a caminar o comer algo, no había con quién pedir prestada la tarea, sus compañeros sabían lo que había hecho y ahora le daban la espalda.

Aquello no le había importado las primeras dos semanas, ahora se sentía invisible en la universidad.

Como si aquello no fuera suficiente, cuando llegaba al departamento era recibido por el silencio mismo, nadie le contestaba aquél llamado, no había nadie a quien decirle "adivina cómo me fue hoy" mientras comían o cenaban juntos, no había quien hiciera aquello con su persona.

Y, en esos momentos de soledad, dónde ya no había nadie a su lado, pensó y reflexionó su vida.

Estaba solo.

Y, peor aún: era su culpa.

Es aquí donde Cuauhtémoc tenía dos opciones y solo una le ayudaría a cambiar todo.

Al día siguiente tomo su mochila y fue a la universidad, Aristóteles se hallaba hablando con Mateo, quién había vuelto a ser su novio días atrás.

Tomo aire y por fin hablo

- Aristóteles, tenemos que hablar.

- Aristóteles, tenemos que hablar

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Rompiendo el Aristemo (Aris x Mateo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora