Su madre le había dado demasiadas sugerencias, tantas que tuvo que anotarlas en una hoja para poder tener en reserva en caso de que alguna no funcionará, se había despedido antes de volver a su propio hogar donde empezó a estudiar cada sugerencia que le fue entregada anteriormente.
Lo sabía, sabía que el perdón no sería fácil pero aún así lo intentaría hasta el final, hasta que ya no tuviera más ideas que usar y que no hubiera más súplicas por un perdón, solo en ese momento dejaría de intentarlo.
Y para ello faltaba demasiado.
- Oh, parece que alguien aún trata que le perdones - Expreso Diego cruzado de brazos, el enojo seguía ahí pero ya no era tan intenso como los primeros días, aún así, no pensaba dar su brazo a torcer para ayudar al judío, ni a él ni a Cuauhtémoc
- Tal parece que si - Murmuró Aris tomando el ramo de girasoles que llevaban una nota con un "lo siento" escrito a mano, conocía aquella letra, era de Mateo.
- ¿Los vas a aceptar?
- No - Respondió seco
Cuando Mateo entro al salón vio el ramo de girasoles en la basura, saludo al menor desde su sitio pero solo recibió una seña con el dedo medio como respuesta, a pesar de ello, sonrió.
Aristóteles siquiera le dirigía la mirada y ahora hasta había aceptado su saludo, claro, mostrándole una seña grosera pero fue visto y aceptado el saludo.
Cuando la clase finalizo, un papel fue dejado en el asiento del oaxaqueño quien guardaba sus cosas tranquilamente, logro ver la silueta del judío pasar por la puerta del aula antes de desaparecer de su vista; cuando noto que esté estaba demasiado lejos para verle, reviso el mensaje.
"Se que no merezco tu perdón, pero voy a intentarlo hasta que sea merecedor de ello"
Una sonrisa apareció en sus labios y desapareció al mismo tiempo que hizo bolita aquella nota y la tiraba a la basura.
No podía perdonarlo, no ahora.
A unos asientos de él, Cuauhtémoc veía aquello fijamente, cuando Aristóteles salió del aula tomo la nota, una mueca apareció en sus labios antes de romper el papelito en pedazos y salir de igual manera a su siguiente clase.
— ¿Crees que resulté, Mateo? — Cuestionó la chica a lado suyo quien tomaba un licuado de chocolate con plátano, la misma chica que le había coqueteado a inicios de semestre.
— Espero que sí, no quisiera perderlo — Confesó y la contraria asintió
Aristóteles era el chico que a todos le caía bien, era foráneo, veía siempre el lado positivo de las cosas y era algo inteligente, razón por la que no había reprobado esos semestres que llevaban cursando.
Así que si ella podía ayudar a que su ex-crush que solo le duró una semana y el foráneo buena onda que le había pasado la tarea de la maestra Elsa siguieran juntos (y de paso alardear que gracias a ella se logró ducha hazaña), con gusto ayudaría sin chistar
— Aún así un consejo, de chica a chico, no vayas a darle rosas, de todas las flores que existen no vayas a usar el cliché que usan todos, el chico te va a mandar a la chingada cuando menos te lo esperes cariño
— Lo tomaré en cuenta, si me disculpas, tengo que volver a casa, mañana intentaré de nuevo
— Suerte Mateo
Una vez que Mateo se fue, Cuauhtémoc se sentó a lado de la contraria que veía su teléfono
— Disculpa, ¿podemos hablar?
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Rompiendo el Aristemo (Aris x Mateo)
FanfictionMateo no quería a Aristoteles, no, todos los homosexuales le incomodaban Pero ese chico era la persona perfecta para causar la salida de campaña de Cuauhtémoc. Y él quería ver como este se rompía lentamente