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Helado, según las películas de adolescentes, era el mejor para pasar las penas y más cuando había alguien acompañándote

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Helado, según las películas de adolescentes, era el mejor para pasar las penas y más cuando había alguien acompañándote.

Aristóteles había logrado comprobar que dicha cosa era cierta, ahora mismo se hallaba comiendo un helado con Mateo y se sentía, por primera vez en días, bien.

El tema de Cuauhtémoc había pasado a segundo plano gracias a las pláticas que daba el judío sobre cosas que había hecho en su fin de semana, era simplemente fascinante como Mateo, siendo un chico que casi no gustaba entablar conversaciones, ahora daba conversaciones tontas con tal de desviar el tema principal.

— Gracias Mateo — Soltó por fin dejando sin habla al judío

Tras unos segundos, el contrario se permitió hablar — ¿Por qué? — Fue lo único que salió de su boca tras mucho pensarlo

— A pesar de lo que sucedió antes con nosotros, estás ahí para mí, me has hecho sonreír, me has defendido de Cuauhtémoc y recibido un puñetazo por mi... y ahora estás aquí, hablándole sobre las desventajas de ser judío mientras comemos un helado — Respondió, aquello sorprendió al judío quien, para sorpresa de cualquiera, no había notado que sus acciones habían ayudado al oaxaqueño en los peores momentos — Por eso te agradezco por estar ahí aunque no lo hubiera pedido

Y aquellas palabras habían calado hondo en el judío, habían hecho que algo empezará a surgir de manera pausada pero firme, algo que había empezado a surgir desde hace poco pero que ahora sentaba bases en el judío sin que esté se enterase.

Después de todo, era un principiante en el amor.

— No es nada, te he ayudado por qué eres mi amigo — Expresó restando importancia a aquellas acciones, recriminandose por ello, él tenía un plan que seguir.

Había hecho esto para lastimar a Cuauhtémoc, para hacerle sufrir de maneras horribles y dejarlo desprotegido todo aquel que le salvó alguna vez, ¡Jamás pensó simpatizar con el ex-novio de su némesis!, aquello era simplemente absurdo.

A pesar de ello, a pesar de saber que debía aprovechar aquellos momentos para empezar la siguente fase de su plan, a pesar de saber qué estaba en ventaja gracias al poblano, a pesar de todo ello se acomodo en su asiento y siguió comiendo su helado con el oaxaqueño.

Sin notarlo había empezado a cambiar el plan sin que pudiera hacer nada.

Pero, en otro lado, había un poblano que buscaba la manera de cambiar aquello, planeaba con precisión la manera de revelar la mierda de persona que era el judío, buscando algún paso en falso que hubiera cometido y poderlo usar en su contra.

Ambos habían hecho sus movimientos que habían conllevado a una consecuencia, ahora los dos planeaban su segundo movimiento con uno a la delantera del otro, sin tener en cuenta que aquello solo lastimaría a una persona en ambos casos.

Aristóteles

¿Acaso el oaxaqueño podría soportar más?, ¿acaso podría aguantar una traición más?, posterior a lo de su madre, el perder a su hermanito y las infidelidades de Cuauhtémoc, Aristóteles estaba en la cuerda floja con el poblano y el judío tomando cada extremo de la cuerda.

La desgracia perseguía al oaxaqueño y ningún sueño con su madre podría salvarle de lo que vendría, era hora de que Aristóteles actuará por su cuenta, así fuera tomar la decisión más cobarde.

Estaba jodido.

Estaba jodido

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Rompiendo el Aristemo (Aris x Mateo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora