— Por favor Aris, si te sucede algo puedes decirme — Insistió, solo estaban ellos dos en la sala, su madre había salido unos instantes.
— Ya te dije, no sucede nada — Repitió, tomo el pomo de la puerta con la intención de salir pero fue tomado del brazo por su "hermana"
— Estás delgado, demasiado delgado — Insistió, aquello alarmó al oaxaqueño.
No podía dejar que lo supiera.
Ni ella ni nadie.
— Déjame en paz — Gruño antes de soltarse del agarre y salir de la casa, dejando a la castaña estática, sin intenciones de seguirle a pesar de que estuviera lloviendo y Aristóteles pudiera resfriarse.
Aristóteles estaba mal, lo podía ver ahora claramente.
"Siempre creí que sería malo y ahora se que es verdad"
Una semana había pasado, Aristóteles ahora era demasiado reservado en cuanto a su alimentación y sus idas constantes al baño, su habitación se mantenía cerrada bajo llave.
Los integrantes de la familia se habían preocupado demasiado con respecto a la situación del oaxaqueño, de igual manera Diego, Thiago y Mateo.
Todos estaban preocupados y el ver tan decaído al menor les daba mayores razones para preocuparse.
Ese día Mateo se había cansado y decidió actuar, varias veces había intentado hablar sin obtener algún resultado positivo, pero ese día sería bueno.
Lo sentía
¿Qué podría ser mejor que invitarlo a su casa?
— Gracias por la invitación — Agradeció dejando sus platos en el lavabo, simplemente sonrió sin decir algo que pudiera delatar sus verdaderas intenciones
— No agradezcas Aris, extrañaba demasiado que vinieras a mi casa, también mis padres te extrañan — Admitió y logro ver cómo las mejillas del oaxaqueño se coloreaban.
— Yo también — Admitió el más bajo y podría habérselo comido a besos, pero no era momento
Primero, por qué no eran nada más que amigos.
Segundo, por qué tenía algo más importante que hacer
— ¿Sabes?, he notado que has adelgazado — Admitió — También que usas ropa dos tallas más grande que la que usabas antes
— ¿Ah sí? — Aquello captó totalmente la atención del menor, ¿acaso había notado el cambio favorable en su persona?, aún así, se hizo el desinteresado
— Si, aunque debo ser sincero con algo — Hablo atrayendo la atención del oaxaqueño, sus manos tomaron las mejillas pálidas del más bajo y acaricio con ayuda de sus pulgares aquellos cachetes que antes parecían un par de bollos — No te ves muy bonito así
— Pero... Pero ahora soy delgado, los delgados deben ser bonitos, ¿no?, ¿o acaso sigo siendo un cerdo? — Y las inseguridades de Aristóteles salieron a la luz
¿Acaso seguía siendo un cerdo?, ahora que lo pensaba, aquello era cierto, seguía siendo un cerdo, se había visto al espejo anteriormente y seguía notando cuán gordo era aún.
Mateo quiso hablar pero entonces vio como el menor empezó a llorar, sin emitir sonido alguno.
— Soy un asqueroso cerdo, ¿cómo es posible que siga siendo gordo sí deje de comer? — Cuestionaba el oaxaqueño
— No Aris, eso no es lo que yo...
— ¡No trates de arreglarlo Mateo!, ya se que soy un cerdo
La única opción que tuvo para evitar que el menor fuera a hacer alguna locura fue abrazarlo.
Al inicio este se trataba de zafar de su agarre, Aris quería irse lo más lejos de ahí, quería que el más alto dejará de ver lo horrible que era.
— No eres un cerdo, Aris, siempre fuiste guapo — Aseguro el judío, "hermoso" esa era una palabra que podría sonar mal para un varón (en algunas ocasiones) sonaba más para una dama, guapo sonaba mejor para un chico — Pero lo que haces está mal, estás lastimandote, a ti y a nosotros, a tu familia y amigos... A mi
Y por fin Aristóteles acepto el abrazo, permitiéndose llorar más abiertamente.
Eso era lo que tanto necesitaba oír, que alguien le dijera que estaba bien así, que no necesitaba adelgazar.
¿Por qué no lo había pedido al inicio para evitar eso?, la respuesta no era tan complicada: algunas personas no sabían cómo pedir algo y preferían guardarlo para sí en lo más profundo de su ser.
Hasta que finalmente, un día, aquello salía a la luz de alguna manera u otra.
El abrazo se prolongó, Aristóteles no deseaba separarse del judío y este no tenía ninguna objeción sobre aquello.
Hasta que, finalmente, Aristóteles se separó, con sus ojos hinchados por el llanto y las mejillas rojas.
— Mateo... Creo que tengo un problema y necesito ayuda
— Si Aris, lo tienes — Colaboró el judío tomándole las mejillas — Y estaré para ayudarte con ello... Todos estaremos para ayudarte — Se corrigió
Y, por primera vez, Aristóteles volvía a sonreír genuinamente.
"Si pudiera, comenzar a ser, la mitad de lo que crees de mi, cualquier cosa podría ser y podría aprender a amar como tú"
Seh, ya se que muchos deben preguntarse, ¿qué no nos tocaba actualización la próxima semana?
La realidad es que con eso de la cuarentena, decidí empezar a actualizar este fanfic y, finalmente, acabarlo el viernes de la próxima semana.
Si, en efecto, este fanfic finalizará con los últimos tres o cuatro capítulos que serán publicados el próximo viernes.
Si quieren que les aclare una duda antes de finalizar este fanfic, comenten, saben que siempre les voy a contestar por más enfermo que me sienta.
Los amo.
Atte CallMeCrowley
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Rompiendo el Aristemo (Aris x Mateo)
FanficMateo no quería a Aristoteles, no, todos los homosexuales le incomodaban Pero ese chico era la persona perfecta para causar la salida de campaña de Cuauhtémoc. Y él quería ver como este se rompía lentamente