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— ¡No, no y no!, no soy gay — Negó varias veces el judío, como si aquello fuera una abominación, aunque no distaba mucho de la realidad

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— ¡No, no y no!, no soy gay — Negó varias veces el judío, como si aquello fuera una abominación, aunque no distaba mucho de la realidad

En su religión los homosexuales no eran vistos mal pero tampoco bien, simplemente les eran indiferentes y, sumado a los ideales que tenía su padre de que conociera a una buena mujer, causaban que en su mente jamás se le hubiese cruzado la idea de enamorarse de un varón.

Es más, hasta hace poco seguía usando al oaxaqueño para vengarse de Cuauhtémoc, sino fuera por que vio algo en él que jamás había visto y que causó que dejara aquello de lado.

— No me pueden gustar los chicos — Murmuró

— No puedes decir que no, es solo amor Mateo, no es ninguna enfermedad.

— ¡No, definitivamente no Diego!, yo debería estar enamorado de una linda chica a la cual presentar con mis padres, con la cual casarme y tener hijos que sigan mis pasos, ¡no enamorarme del ex de mi némesis!

El rubio siguió oyendo por varios minutos las quejas del castaño hasta que finalmente le dio una bofetada seguida de varias más, menos fuertes que las anteriores.

— Escúchame — Una bofetada — El amor — Dos bofetadas — Entre dos chicos — Tres bofetadas — No es malo — Cuatro bofetadas y el judío por fin se calmó

— ¿Cómo se que esta no es una estupidez para que me trates de gay?, ¿cómo se que en verdad es gustar de gustar y no de agradar?

— Fácil, por qué lo que sientes es algo muy distinto a lo que sientes por otros, hablas de Aris como si fuera lo mejor de lo mejor y la sonrisa de idiota que tenías cuando hablaste con él no era por amistad, te lo dice alguien que se enamoró dos veces y la segunda vez fue la mejor de todas — Confesó, por qué aún recordaba cómo le había hecho sentir Cuauhtémoc y lo mucho que le había dolido que rompieran, había estado resentido por tanto tiempo hasta que llegó Thiago y le hizo ver el amor de una manera hermosa y divertida

— Necesito tiempo para procesar aquello — Hablo después de pensarlo demasiado, el rubio asintió, tomo su mochila y salió de la escuela en dirección a su departamento.

Necesito dos días más y una plática con su madre antes de ir a la casa del Ortega, pidiendo ayuda para saber si aquello era en verdad un enamoramiento o no.

Cabe decir que el poblano sonrió antes de dejarle pasar a su casa.

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Rompiendo el Aristemo (Aris x Mateo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora