Mateo no quería a Aristoteles, no, todos los homosexuales le incomodaban
Pero ese chico era la persona perfecta para causar la salida de campaña de Cuauhtémoc.
Y él quería ver como este se rompía lentamente
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— ¿Qué tal? — Pregunto extendiendo sus brazos para que pudieran apreciar su vestimenta los presentes
— No se, el rosa es lo de hoy Aris — Confesó Diego quien limaba sus uñas en un gesto desinteresado
— A mi me gusta como estás vestido Aris — Confesó ahora Carlota alzando su pulgar
— Apoyo a mi niña, te queda bien tu ropa, pero deberías peinarte esos cabellos — Hablo ahora Elsa señalando su maraña de cabellos
— Exactamente — Colaboraron ambos amigos chocando los puños
— Está bien, está bien, ya me peino
Aristóteles corrió al baño donde tomo su peine y empezó a peinarse lo mejor que pudo, con gel se acomodo los pelos que sobresalían de su cabellera, verifico que estuviera bien su ropa y sus dientes limpios.
¿Cuánto cumplían de pareja Mateo y él?, dos meses, tal vez no fueran demasiado para las personas pero para su persona era un tiempo considerable, en esos dos meses había sido demasiado feliz como nunca antes lo había sido desde lo de su madre, Cuauhtémoc y él ahora eran algo parecido a unos amigos y está aceptaba que eran una linda pareja.
Las cosas habían cambiado para bien gracias al judío y ahora el mayor le había invitado a comer junto con sus padres, ahora cómo novios , cosa que le tenía asustado, nervioso y emocionado en partes iguales.
Había buscado su camisa más bonita y había boleado sus zapatos para quedar impecable; jamás había conocido al padre de su novio por lo que quería verse bien y así darle una buena impresión de su persona.
— Aris, se te hará tarde cariño — Llamo Elsa desde fuera del baño — Andrés te llevará a la casa de tu novio
— Ya voy jefecita — Avisó sonriente antes de salir del baño — ¿Cómo me veo?
— Precioso mi niño, los vas a encantar definitivamente — Halago la rubia antes de darle su teléfono y empujarle con suavidad hacia las escaleras — Ahora vete corriendo o Andrés no te querrá llevar — Advirtió y el castaño asintió
— Gracias
Bajo corriendo las escaleras y salió de la casa, ahí estaba esperándole Andrés, sonrió antes de subirse al auto y colocarse el cinturón de seguridad.
Esa sería una tarde espléndida.
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