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- Ay Mateo, no debiste - Bromeó el castaño

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- Ay Mateo, no debiste - Bromeó el castaño

- Solo es un pequeño presente para el chico más lindo de la universidad.

Sonreía satisfecho al verle con sus mejillas rojas, sus brazos rodeaban aquel ramo de rosas que le había entregado anteriormente.

Habían pasado dos semanas desde que el señor Ubaldo le pidió olvidar su mandato y lo haría pero...

Ver el rostro molesto de Cuauhtémoc era lo que alegraba su día.

- Ya vámonos Aristóteles - Ordenó el López cruzado de brazos, estaba molesto de que el judío le coqueteara a su novio, no importaba cuanto acaparase la atención de Aris ni que le pidiera ignorar al Symanski, este último siempre iba un paso adelante de él.

- Oh claro, te veo en clases Mateo

- Guárdame un asiento Aris

Y el más bajo de los tres tuvo que jalar a su novio del brazo y llevarlo lejos del más alto.

Sus orbes marrones miraban con furia los orbes grisáceos quien le devolvía la mirada con total indiferencia, algo que molestaba al castaño menor, sabía perfectamente que lo hacía a propósito y no le molestaba demostrarlo, esto era sólo uno de sus trucos baratos para molestarlo...hasta podía asegurar que solo le quería quitar a su novio por mero gusto de joder.

Pero Cuauhtémoc López no permitiría que ningún idiota le robara lo que tanto le costó conseguir.

Pero Cuauhtémoc López no permitiría que ningún idiota le robara lo que tanto le costó conseguir

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- Y, ¿Te parece ir al cine? - Preguntó Temo recargando sus codos en la butaca del contrario

- Temo, sabes que me encantaría salir contigo pero...ya le prometí a Mateo que hoy terminaríamos el ensayo que dejó la profesora Elsa y no puedo cancelar aquello - Explicó levantándose de la butaca y tomando su mochila - Será para la otra Temo

- ¿Otra vez vas a ir con Mateo? - Cuestionó molesto levantándose de igual manera

- Y ahí vamos otra vez - Murmuró el oaxaqueño - Mira Temo, que tú vayas a hacer el trabajo con Diego, quien por cierto vive junto con nosotros y lo van a empezar mañana, no es asunto mío, sabías que el trabajo era en parejas y elegiste a tu mejor amigo para que no se le acercará Carlota - Replicó caminando hacia la puerta del aula - Ya no eres el chico del que me enamoré Temo... y ya no se si este cambio en ti es bueno o malo

Y Temo pudo ver en directo como su novio salía del salón para ir con el Symanski...dejándole solo.

Y en ese momento solo le llegó un pensamiento.

- "Me las pagarás Symanski"

Su mano temblaba a la par que trataba de tocar en repetidas ocasiones el timbre

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Su mano temblaba a la par que trataba de tocar en repetidas ocasiones el timbre.

La casa de su "pretendiente" era algo lujosa, suponía que los ingresos que tenía eran demasiado buenos si podía costearse algo así...o posiblemente sus padres la compraron, cualquiera sonaba creíble.

- Deja de ser un cobarde - Se reclamo por lo bajo dándose el valor de tocar el timbre y, cuando por fin presionó aquel botón de color dorado y la melodía se hizo presente, deseó correr.

No es que le diera miedo el Symanski, no, para nada, eran buenos amigos y eso le alegraba demasiado, pero...había algo en él que le hacía revolver sus entrañas como nunca había sentido en su vida, se ponía como idiota cada que le veía sonreír por él y le encantaba recibir pequeños presentes de su parte, era demasiado romántico lo que hacía el castaño por él.

Y si, sabía que era un infiel por dejarse coquetear por alguien que no era su novio pero, ¿Quién podía culparle de anhelar un poco de cariño de parte de alguien?, Cuauhtémoc ya no era el mismo de hace cuatro años, era más distante, había comprado una cama individual para ya no dormir juntos y había ocasiones que le había logrado ver con alguno de los chicos de la carrera de mecatrónica.

Estaba necesitado de cariño desde que su amada madre murió, desde que su pequeño hermanito Arquímedes se había ido a vivir con su padrastro.

Ahora que lo pensaba, si era una mierda de persona por buscar el cariño que le faltaba en un chico que lo trataba de cortejar. Mateo no se merecía aquellas acciones de su parte, él merecía más que eso.

Entonces la puerta se abrió dejando ver al judío sonriéndole, sonrisa que correspondió por inercia.

- Pasa Aris, no quiero que te pase algo

Si, Aristóteles se sentía una mierda por dejar que el mayor le tratase así por su necesidad de que alguien le diera cariño, pero se sentía tan lindo ser amado por alguien ajeno a su familia, por alguien que lo quisiera genuinamente y solo tuviera ojos para él, antes había tenido a Temo pero ahora solo veía a un desconocido que seguía causándole amor o bueno, suponía que eso era amor.

Claro, era demasiado inocente para entender que se estaba metiendo a las fauces del lobo feroz cual Caperucita roja.

Claro, era demasiado inocente para entender que se estaba metiendo a las fauces del lobo feroz cual Caperucita roja

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Rompiendo el Aristemo (Aris x Mateo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora