Capitulum I

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1 de septiembre de 1981. Seúl, Corea del Sur.


Jeon Jungkook (21)

Que manera de festejar mi cumpleaños número veintiuno yendo al Museo Nacional de Arte Moderno y Contemporáneo de este país para apreciar las pinturas del famoso pintor, Jeon Kwan (que por cierto era mi tío, y por eso estaba yendo) y felicitarlo por haberme invitado mediante una esquela, toda arrugada. Nótese el sarcasmo.

Me detuve en frente de un local de golosinas para revisar mi traje en un espejo que había allí e hice una mueca. No era que yo fuese feo, sino que mi atuendo me quedaba un poco ajustado y la camisa marrón se camuflaba junto a los tirantes del mismo color. Suspiré negando con la cabeza, si tan solo hubiese tenido un poco más de ánimo para venir a este lugar, hubiese optado por vestirme mejor y también, lustrarme los zapatos. Pero yo era un joven desaliñado, como el tío Kwan decía, nunca salía del apartamento a excepción de ir a la facultad o a la mercería para comprar las pinturas.

Desde que tenía memoria, jamás me gustó verme bien, no tenía sentido para mí. Las personas solían centrarse en si misma y no les importaba el resto, ¿entonces? Esta era mi manera de ser, y así, me sentía bien. Desde que Maneol se fue, el verme bonito ya no entraba en mi diccionario; y con "verme bonito" me refería a rasurarme la barbilla y cortarme el cabello demasiado corto.

Seguí mi rumbo, olvidando la cara del antes mencionado. No podía creer que luego de dos años, el sujeto seguía en mi corazón haciéndolo latir. Me había esforzado en olvidarlo pero Maneol tenía su táctica, el aparecía cuando menos te lo esperabas. Era como un hechicero, no tenía caso. Aparecía y desaparecía, y en medio del caos en mi mente, me puse a reflexionar de lo que pasó en este ultimo tiempo. Mi piel se heló de repente. Ya había pasado un año desde la dictadura de Chun Doohwan y desde aquella horrible tragedia, los expertos decidieron llamarle masacre. Recordé el país en agonía y a nosotros mismos junto a mi tío escondiéndose, aunque fue en Gwangju, Seúl también corría peligro. En ese momento creía que haber tomado la decisión de no alistarme al ejercito nacional y estudiar en su lugar para luego ingresar, había sido la mejor opción.

Yo también estudiaba arte, por supuesto, crecí viendo a mi tío pintar elegantes cuadros y luego siendo felicitados por grandes personajes en las exposiciones, desde Van Gogh a Picasso, mi pasión por pintar era gigante, aunque recién estaba empezando. Me gustaría ser tan talentoso como lo era mi tío.

—¡Llega tarde, Jungkook! El señor Kwan ha estado preguntando por usted—de un suspiro, me giré a ver a Chaerlin. Ella me miraba con preocupación mientras sostenía una copa de vino, su vestido azul era largo y elegante, su cabello castaño caía sobre sus hombros.

—Lo siento, Chaerlin. He tenido un contratiempo en la calle—mentí, la verdad era que no quería venir hasta que tomé una decisión y bueno, aquí estaba—. ¿Usted ha visto a mi tío?

Ella sonrió.

—Sí, lo he visto. Ahora está en la exposición de su sexta pintura, debería echar un vistazo a las primeras. Sé que usted no las ha visto aún, ¿o me equivoco?—sonrió y luego bebió de la copa. Solté una pequeña risita y negué con mi cabeza. Chaerlin era dos años mayor que yo y sin embargo seguía tratándome como si yo fuera su "Hyung" cuando no era así. Ella me dijo que era por respeto, ya que era la secretaria y mano derecha de mi tío, y a pesar de haberla conocido por casi cinco años, me seguía sintiendo un poco incómodo. Chaerlin también era una buena amiga, estudiábamos en la misma universidad y este era su último año.

—No me dejó verlas porque, según él, una pintura formaba parte de mi regalo de cumpleaños. El es tan raro, hubiese preferido un set de pinceles—me quejé.

Signum • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora