Capitulum XXVIII

17.3K 2.4K 2.3K
                                    


Jimin estaba sentado al final de la cama, mirando al suelo quizás o a la pequeña flor rosa que tenía en su mano. Se veía abatido, como si fuera que le habían roto el corazón por completo. Me llamó la atención lo fuerte que era su aroma, el de coco y leche que bañaba a toda la habitación, y yo me sentía abrazado por esa fragancia permaneciendo dentro de la exquisita sensatez de mis deseos irracionales y prohibidos.

No hablábamos, ni nos mirábamos; solo escuchábamos las melodías que sonaban a través de la radio junto al ruido del agua nieve golpeando contra el vidrio de las persianas deslizándose por ellas y perdiéndose entre las grietas de la pared. No me sentí incomodo ni confortable, no sentí nada en lo absoluto, nada a excepción de mi corazón bailando entre el muro de mi pecho y las alas de las mariposas agitándose en mi estómago. Era como si dentro de la habitación nacía la primavera a pesar de que afuera era invierno y hacía mucho frío. Los corazones estaban congelados pero el mío estaba hirviendo en verano y después, cuando Jimin se fuera, regresaría al otoño para helarse en el invierno que le correspondía.

Quizás yo me sentía primavera porque mis sentimientos hacia mi viejo amigo nacieron en esa estación.

Yo había estado dibujando en mi cuaderno cuando el vino. Había sido tan sorpresivo. Si no hubiese sido por su fragancia tan conocida para mí, yo no lo hubiera sabido, ni si quiera percatado de su presencia porque estaba tan consumido en las líneas de mi dibujo, que solo escuchaba las canciones a través de la radio, el lápiz y yo nos convertimos en uno solo. Había pasado tiempo desde que no dibujaba, tres meses que para mí solo fueron dos días.

"No lo escuché, lo lamento" le había dicho, dejando el cuaderno junto a mis útiles en la mesa de noche. "Lo suponía, he estado aquí desde hace un buen rato" dijo con una media sonrisa, mientras se aferraba a la rosa en su mano y se sentaba para los pies de la cama.

Y luego de eso, ninguno de nosotros dos volvió a hablar. Me sorprendía lo callados que estábamos siendo. Pero yo no tenía nada para decir, porque todo lo que dije, ya lo había hecho hace tres meses en la puerta de mi departamento, y me sentía agotado para repetir esas palabras. Su presencia no me molestaba. Me giré a verlo, había pasado tiempo desde la última vez—que aunque para mí hayan sido solo un lapso de cortos días, para el mundo transcurrieron tres largas mesadas—, Jimin seguía teniendo el cabello castaño, su flequillo estaba por llegar hasta por debajo de sus orejas y había cambiado su peinado, lo que lo hacía ver como un muchacho mucho más grande que de veinticuatro años. Me hubiese gustado poder haberlo saludado para su cumpleaños. Seguramente lo pasó de maravillas. Al menos, mediante una carta.

Transcurrieron dos días desde que le dije mis antiguos sentimientos a Maneol. Mi estado de salud había mejorado y me quitaron los sueros de mi cuerpo, ahora solo tenía que hacer reposo y dentro de poco comenzaría con la rehabilitación para volver a caminar. A pesar de todo, me sentía bien conmigo mismo y no quería que nadie me hiciera no estarlo, y con nadie me refería a la persona que estaba sentado cerca de mis pies sin hablarme y sumergido en sus propios  pensamientos.

Había olvidado que cuando Jimin estaba angustiado e indeciso para hablar, solía quedarse en silencio formulando sus palabras para después decirlas, lo entendía y le daba su espacio, después de todo yo estaba agradecido con él por haber venido todos los días a verme cuando yo estuve en coma, eso era algo del cual estaría feliz para siempre.

La canción en la radio finalizó y dio paso a otra. La emisora que estábamos escuchando se limitaba a pasar canciones instrumentales de un género que apenas estaba surgiendo y siendo reconocido en los Estados Unidos, el Hip Hop, donde el ritmo se creaba a través de las grandes consolas que los dj solían usar en las discotecas a través de beats, ¡Era increíble! En América, la gente bailaba este género en las calles y en su mayoría, se juntaban para hacer guerras de baile. Me gustaría bailar hip hop algún día.

Signum • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora