Capitulum XVII

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Pero ya pasó un tiempo desde aquello y mis sentimientos no estaban desapareciendo. Mi corazón se volvió un acumulador de sensaciones y no tenía salidas, pero sí entradas.

Mi relación con Jimin en estas últimas semanas fue un poco distante. Yo sabía que esto ocurriría luego de que le dijera que me gustaba. Fueron dos llamadas en tres semanas. Yo no quería llamarlo luego de eso, porque quería darle su espacio y que el tiempo intentara calmar esa atmósfera tensa que había entre nosotros; a pesar de que en las últimas charlas no habíamos vuelto a mencionar lo ocurrido en el patio de mi departamento. Sin embargo, difícil era olvidar para mí sus ojos llenos de culpa y tristeza. Había sido como si mi corazón leyera al suyo, diciéndome que no podía quererme de la misma manera en la que yo lo hacía. Yo sabía eso, lo supe desde la primera vez en que me di cuenta que comencé ver a mi amigo con otros ojos. Y maldita sea que sentía ese dolor punzante en mi pecho, palpitando allí como si fuera que miles de piedras eran arrojadas desde el exterior.

Pero no me importó, y seguí con mi vida aburrida. Seguí sonriendo cuando terminaba una pintura, sonreía cuando hablaba con Chaerlin sobre cosas estúpidas, sonreía cuando el sol se ocultaba por la tarde y sonreía recordando los hermosos momentos que había pasado con Jimin.

Cuando Maneol se fue, recordé que entré en una crisis existencial en la que nadie podía sacarme del agujero negro que yo mismo había creado. La pasé horrible, mi corazón había dejado de existir y yo no sentía nada más que dolor. Me decía a mi mismo que era joven para estar sufriendo de aquella manera, pero cuando la persona que más amabas en el mundo desaparece de tu vida para siempre, es difícil de aceptar.

Maneol me arruinó y consigo se llevó mi felicidad, mis ganas de vivir y mi corazón. Con el tiempo, un nuevo Jungkook nació: frío, indiferente, incapaz de creer en el amor otra vez y un poco más maduro.

Maneol me dejó desnudo.

Y Jimin me vistió.

Para luego, dejarme desnudo también.

Un día de camino a la universidad, me puse a pensar sobre la gravedad de mi situación. Yo no sabía si sería capaz de volver a soportar todo lo que pasé por aquel amor no correspondido. Esta vez, no sabía sí sería tan fuerte para salir del mismo agujero que estaba creando con el pasar de los segundos.

Decía que, si realmente lograba enamorarme de Jimin, sufriría otra vez. La misma historia se repetiría como si estuviera dentro de un bucle infinito. Quizás esa era mi vida, vivir de corazones unilaterales para siempre.

Tenía miedo de pasar por esa pesadilla otra vez. Con tan solo pensarlo, mis piernas temblaban y mis ojos se aguaban.

Pero lo que me enseñó la partida de Maneol, fue que no volvería cometer ese error otra vez. No lloraría por ningún otro muchacho nunca más, aunque mi corazón doliera muchísimo, aunque sangrara, aunque las espinas perforaran mi órgano, yo no lo haría. No me debilitaría por algo que en el futuro me volvería a quitar las ganas de vivir.

Apenas estaba reconstruyéndome, caminando pasos tras pasos hacía la salida de aquel agujero.

Y Jimin entraba a mi vida, sonriéndome.

Y yo estaba dejando que el hiciese conmigo lo que quisiera.

Pero había una diferencia enorme entre Jimin y Maneol.

Yo a Jimin no lo amaba.

Y no iba a mentirme a mí mismo otra vez. Si yo seguía de esta manera iba a comenzar amarlo - si es que no lo hacía ahora- . ¿Pero que podía hacer? Jimin no me amaba, Maneol no lo hacía, ¿Quién lo haría? Estaba cansado, harto y agobiado de dejar pedazos de mi corazón en todas partes para que alguien los recogiera. Estaba claro que no había nadie allí afuera para mí, el destino era cruel conmigo desde el principio.

Signum • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora