Extra I: Professor

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I: 𝘗𝘳𝘰𝘧𝘦𝘴𝘴𝘰𝘳』


Seúl, Corea del sur. Abril de 1986.

Caminé entre medio de todos los estudiantes que sujetaban los pesados cuadernos en sus manos y entraban a sus clases correspondientes. Un sentimiento de nostalgia me golpeó en el pecho cuando moví mis pies sumergiéndome en el pasillo cuyas paredes estaban decoradas de cuadros ilustrativos y anuncios informativos por doquier. Tragué en seco llenándome del ambiente juvenil que me envolvió por completo y solté un suspiro a la vez que sacudía mi cabello. Los jóvenes estudiantes se veían tan felices hablando entre ellos mientras contaban anécdotas del fin de semana que pasaron en una discoteca. Pantalones vaqueros y chaquetas de cueros, zapatillas blancas y teléfonos inalámbricos en las palmas, sujeté fuerte la libreta en mi pecho y entré a la clase que él me había indicado.

Encontrarme con el gigante anfiteatro lleno de muchachos y muchachas me trajo a mi época de estudiante y con mis labios finos embocé una sonrisa recordando aquellos tiempos como si fueran que apenas ayer estaba desayunando en el bar de mi universidad junto a Chaerlin.

Entre el ajetreo de la tarde y el bullicio de las personas, comencé a bajar los escalones buscando un lugar desocupado para acomodarme, pero me quedé a medio camino cuando el aroma a vainilla, que conocía de memoria, bañó mis sentidos y me hizo helar en el momento que aquella persona pasó por mi lado sin prestarme atención. De repente, todos los estudiantes dejaron de hablar y corrieron hasta sus respectivos asientos, escuché por consiguiente al borrador golpeándose fuertemente en la pizarra anunciándoles a la mayoría que hicieran silencio y que la clase estaba a punto de comenzar. Me estremecí y sin girarme a mirarlo, me escabullí entre los alumnos que apenas habían entrado al gran salón.

Por supuesto, recibí miradas llenas de intriga mientras bajaba los escalones y buscaba un lugar vacío que, encontré al principio de la fila a la derecha. Sin prestarle atención a los jóvenes que apenas habían salido de la preparatoria decían de mí por ser nuevo en esta clase, me senté y dejé la libreta sobre el escritorio soltando un bufido cansado, no sabía que regresar a clases sería tan agotador.

-Oye, ¿crees que ese sujeto es nuevo? - escuché que un muchacho preguntó detrás de mí y a mi costado una chica me miró con interés. Me sonrojé cuando aquella última me guiñó un ojo y volví mi vista al frente con el nerviosismo a flor de piel.

-¡Cállate idiota, puede escucharte! - susurró una muchacha a mi espalda y quise soltar una risa, como extrañaba estos tipos de comentarios hacia mi persona-. Y sí, ¿alguna vez lo viste por aquí?

-No, pero-

El chico fue interrumpido una vez más.

-¡Entonces cállate que el profesor Park nos escucha y nos hace pasar al pizarrón! ¿Acaso no recuerdas lo que le hizo el viernes a Jonghae? ¿Quieres recibir un castigo también?

Fruncí mis cejas y paré las orejas con la esperanza de que aquella muchacha siguiera contando más del tal Jonghae, pero nada sucedió porque el profesor de física había comenzado a copiar un montón de problemas que no entendí en el pizarrón oscuro, haciendo que todos comenzaran a escribir en sus cuadernos. Solté un bufido silencioso otra vez y me acomodé contra la espalda del asiento mirando atentamente al maestro con una sonrisa juguetona en mis labios mientras que entrelazaba mis manos sobre el pupitre.

Como era de esperarse, la oleada de sentimientos me golpeó en el pecho haciendo que todo mi corazón comenzara a latir en un ritmo indescifrable y demasiado ruidoso, mis mejillas se pusieron coloradas y todo a mi alrededor desapareció como por arte de magia. Sólo era yo y él, el cantar de los pájaros en primavera y el sol radiante de la tarde, nada más. Vi incluso como las mariposas salieron de mi estómago y con sus alas revoloteando, volaron por toda el aula hasta detenerse sobre el escritorio de madera y fundirse ante el corazón ajeno que también latía con vigor. Relamí mis labios mirándolo con esos zapatos de charol, camisa blanca de mangas largas metida dentro del pantalón negro de vestir y ese cabello rubio ceniza que bailaba ante el viento fresco.

Signum • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora