Capitulum XIX

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Sí, este chico me había gustado. Pero lo hizo en un sentido en el que jamás lo había hecho alguien. Por supuesto que durante mi corta vida hubo algún chico que me atrajo; pero lo que sentía por él había sido muy fuerte. Con tan solo mirarlo, me hacía viajar al espacio y recorrer las galaxias. Me gustaba como su cabello oscuro caía por su frente, también me encantaba su sonrisa y la forma en la que sonreía. Nunca pude entender como y porqué comenzó a gustarme, pero me tuvo en su mano y los cientos de suspiros que soltaba en el día fueron a causa de él. Haberlo conocido, después de todo, fue lo mejor que me pasó en la vida. ¿Dónde se podría encontrar a una persona tan amable como el lo era? Y que suerte había tenido ella, de tenerlo siempre a su lado y en cualquier momento. Yo hubiese pagado para que me abrazara de esa manera tan cálida y que me protegiera con sus fuertes brazos.

Sin duda alguna, él había sido todo lo que yo no podía tener.

—Deberías comenzar a resumir el texto mientras yo escribo la introducción—me había dicho el, estando a mi lado. Recordé fruncir mis cejas saliendo de mi trance y mordiendo mi labio inferior—. Y no lo podré hacer si me estás mirando tanto, Jungkook ¿qué tengo?

Yo había soltado una risa nerviosa y negado con mi cabeza varias veces, divertido.

—Tienes la cara llena de pintura, ¿cómo no podría mirarte? — le dije con inmediatez—. Aparte, estamos acostados en mi cama, así nunca vamos a finalizar el trabajo.

El había soltado un bufido fuerte y dejó el libro en la mesita de luz, luego se había girado a observarme.

—¡Qué manchas mis sábanas con pintura! —le exclamé divertido cuando el apoyó su cachete derecho en la almohada y yo lo empujé, molesto. El soltó una carcajada y llevando su diestra a su rostro, a propósito, pintó mi mejilla—. Me la vas a pagar.

—¿Cómo?

Yo había puesto los ojos en blanco y suspirado soltando un gruñido, sentándome en la cama y apreciando toda mi ropa manchada. Recordé reír por lo ingenuos que habíamos sido. Cuando el llegó esa tarde, yo había estado intentando pintar uno de mis primeros cuadros, pero el maldito cobarde interrumpió mi pintura y me ensució. No le había dicho nada, porque no fueron mis colores de óleo y mi tío estaba de vacaciones por sudamérica. Por consiguiente, terminamos en mi habitación con nuestras prendas manchadas y descansando en la cama.

—No te dejaré ir de aquí hasta terminar todo el trabajo—el había levantado una ceja incrédulo y rio.

—Sabes que tengo una cita esta noche y no puedo dejar a Hyeom sola, eres un pésimo compañero, Jungkook—me dijo, agarrando mi nariz con sus dedos y apretándola. Yo fingí una mueca de dolor al tanto que reía y me subía a su regazo. Había comenzado a hacerle cosquillas en su estomago y el se retorcía, tratando de quitarme de encima.

—Eso lo hubieras pensado antes de entrar a mi departamento y empezar una guerra de pintura, Maneol.

—¡Detente! ¡De acuerdo, de acuerdo! ¡Lo terminaremos rápido! —afirmó entre risas. Yo dejé de tocarlo y me acosté a su lado, escuchando su respiración fuerte y el latido de mi corazón rápido. Despeiné mi cabello corto y sonreí. Tener a mi compañero de clases, ese chico que tanto me gustaba, a mi lado fue increíble—. Mejor comenzamos ya— susurró, girándose a mirarme otra vez.

Fue ahí cuando había escuchado la explosión de los fuegos artificiales en mi cabeza, cuando nuestras miradas se conocieron internamente por primera vez. Si pudiera viajar al pasado, vendría a este momento y me golpearía la cabeza antes de comenzar lo que después sería habitar en el mismo infierno y danzar entre las almas en pena. Tampoco había entendido como y porqué, creía que necesariamente no hacían faltas respuestas para nuestros actos. Simplemente yo sabía qué, había cometido un error, pero inmensamente y proclamando al deseo, me había dejado llevar.

Signum • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora