Capitulum XL

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El silencio tiempo después, fue lo más acogedor. Me sentí tan bien sumergido dentro de sus brazos, como si aquellos fueran un par de alas que me protegían de todos los seres malignos que habían en este mundo.

Siendo mi propio escudo.

Suspiré aliviado y hundiéndome en el hueco de su cuello, disfrutando de su exquisita fragancia que tanto me volvía loco. No quería pensar en nada ahora, ni mucho menos quería regresar a mi piso. Sólo quería abrazar a Jimin para siempre y jamás  soltarlo, por nada del mundo.

Nos encontrábamos sentados en su sofá, la electricidad no había regresado y la lluvia mucho menos cesó. La música en la radio se había esfumado, ya que las pilas se agotaron y el único ruido era el de la tormenta y el de nuestras respiraciones agitadas. No sabía cuanto tiempo habíamos estado así, abrazándonos y disfrutando el tacto del otro; sólo sabía que las agujas del reloj se movían y no había nada que pudiese detenerlas. Y la hora, no me importaba. Nada me importaba, en realidad. Sólo estar a su lado, y nada más.

—No quiero regresar a mi solitario departamento — musité, entrecortado.

—No tiene que hacerlo — me respondió en un susurro tranquilo, acariciando mi cabello y yo cerré mis ojos ante aquellas caricias tranquilas, como si realmente fuera un pequeño gatito.

—¿No le molesta que me quede esta noche con usted? — me atreví a preguntarle con temor de que me dijera que no, y mordí mi labio inferior ansioso.

La piel de la garganta de Jimin tembló en una pequeña risa e hizo que mi nariz frotándose con ella, se deleitara ante ese movimiento. Literalmente no mentía cuando decía que estaba en el paraíso mismo. Porque lo estaba y no sabía si algún día seria capaz de regresar aquí.

—¿Cómo podría molestarme eso? Me hace feliz que quiera pasar tiempo conmigo — me dijo, besando mi frente y apretándome contra su pecho. Me sentí morir, otra vez.

Sonreí feliz, dejándome llevar por el calor de su cuerpo y perdiéndome en sus toques, eran magníficos. Él era magnífico. Y me sentía drogado, tan hechizado y floreciente, como si de repente me encontrara en mi locura máxima. Las paredes a mi alrededor se movían y el piso temblaba al ritmo de nuestro pulso cardíaco. Incluso bajé mi cabeza y pegué mi oído en su pecho, queriendo escuchar su corazón bombear. Y lo hice, palpitó tan fuerte y se aceleró de sobremanera cuando arrolllé su estómago plano con mi mano derecha, subiéndola de arriba abajo y ah, como me estaba gustando la manera en la que su órgano vital chocaba contra las paredes de su caja torácica tan rápido. Y latía tanto, tanto latía que por un segundo creí que iba estallar dentro de su interior, que saldría por su boca y se juntaría con el mío en el país de los jamases, para ser felices juntos.

Chaerlin una vez me dijo que si un corazón latía tanto cuando estaba cerca de esa persona, haciéndolo perder el ritmo constante, era porque los sentimientos hacia ese "alguien" eran verdaderos. Amor. Y podía creerle con sinceridad absoluta, porque cuando Jimin estaba a mi lado, mi corazón no dejaba de latir tan rápido y yo lo amaba tanto. Inclusive cuando se borró de mi memoria, mi víscera le vivía día y noche, a cada hora, en cada minuto y en cada milisegundo. Entendía demasiado como se sentía un corazón cuando estaba al lado de la persona que amaba y ahora... Jimin, su corazón latiendo erráticamente como el mío haciéndome comprender que...

Santo cielos, Jimin me amaba.

Jimin estaba enamorado de mí.

Me amaba.

Quería largarme a llorar otra vez y gritarle al mundo lo feliz que me sentía al saber que, por fin, después de fracasar tanto en mis amores no correspondidos, alguien me amaba.

Signum • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora