Capitulum III

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La cena con el intendente y su familia había sido un poco, ¿cómo decirlo sin ser descortés?, aburrida. Sí, aburrida era la palabra perfecta. A veces lamentaba tener que vivir con mi tío y ser también, el foco de muchas personas. El arte en Seúl floreció luego de la segunda guerra mundial, los pintores destacados ganaban fortunas y eran muy populares en estos días, uno de ellos era mi pariente que no hacía nada más que coquetear con cualquier mujer que se le pasaba en frente.

Viejo pervertido.

Cuando llegamos al departamento a eso de las doce la madrugada, le dejé en claro a mi tío que era la última salida formal que iba a tener en el año. A regañadientes, aceptó. Yo sabía que el tenía el honor de presentarle al mundo que yo sería su siguiente sucesor y no me quejaba de eso, pero yo odiaba tener contacto con la gente y más si eran falsas. Que dejase no más y si me convirtiera en su próximo descendiente, yo trataría con la gente desde mi hogar: nada de salidas ni reuniones con políticos, mucho menos a parecer ante la prensa. Con las exposiciones en los museos me conformaba.

Pasó un mes desde entonces. Presenté mi cuadro para ser calificado y obtuve un siete coma treinta y tres. No era una mala nota, pero hubiese haberlo hecho mejor. Llegué al departamento cansado y con mi atuendo mojado. La lluvia había abrazado a la ciudad de Seúl como si fuera un manto gigante. Me desvestí y me coloqué ropa seca, mi tío no estaba en casa por lo que aproveché para encender la grabadora y disfrutar de la música que sonaba a través de la radio local. Era relajante.

Relajante era ver como caía la lluvia al compás de la melodía de Old Poest's a Song de Han Kyeongae y se fundía con la letra del amor pérdido. Me afirmé al vidrio de la ventana y cerré los ojos perdiéndome en la música y en las goteras cayendo. Mi corazón latía tan rápido y mis manos temblaban, una sensación extraña recorrió mi cuerpo y abrí mis ojos mirando el paisaje gris en frente mío.

¿Un viejo poema?

Siguiendo la letra de la canción, me imaginé a una muchacha hundida en el olvido y el desamor llorando debajo de la lluvia, pidiéndole consuelo a las aguas del Rio Han. Ella llevaba un papel arrugado en su mano, un poema que le escribió a su amor, que nunca volvió por ella.

Necesitaba pintar eso.

Terminando la melodía, me giré y fui corriendo hacia la habitación de pinturas para recoger mis elementos. Volví tiempo después, colocando todo en su lugar y manteniendo intacta la imagen en mi mente. Renegué en mi conciencia por no haber grabado la canción, tendría que comprar el CD en la disquería mañana, sin duda la música de Han Kyeongae era arte basado en melodías y yo lo representaría a través de mi inspiración. Sin embargo, justo cuando estaba comenzando a dibujar en lápiz el boceto de la pintura de mi mente, el teléfono sonó.

Maldición.

Chisté mi lengua y solté el lápiz, frustrado por la interrupción. Hubiese sido más inteligente y desenchufar el cable de la línea. Sentí mi inspiración salir por la ventana y perderse en el aire del otoño. A pasos gordos, caminé hasta el estante donde yacía el aparato y levanté el tubo de aquel, molesto me lo llevé a mi oído.

—El señor Jeon no se encuentra en casa. Podría llamar más tarde o dejar un mensaje. —Fingí amabilidad con el ceño fruncido.

Ah, está bien. Llamaré en otro momento—contestaron a través de la línea. Recordando la voz, moví mi mandíbula.

—Oh, era usted joven Park. —Dije, de repente mi malhumor fue olvidado —. ¿Me recuerda? Soy el sobrino de...

Jimin soltó una risita.

Por supuesto que lo recuerdo, Jungkook. ¿Cómo ha estado?

—He estado bien, un poco agotado por la universidad ¿Y usted? —sonreí.

Signum • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora