Capitulum XXXVII

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Cuando abrí mis ojos, lo primero que vi fue un rostro totalmente desconocido para mí. Fruncí mi ceño e intenté levantarme, pero aquel ignoto tipo me tomó por los hombros y volvió a recostarme.

—No se esfuerce, joven.

De sopetón, todos mis sentidos parecieron activarse en un santiamén. Comencé a escuchar los sonidos exteriores y mi vista se aclaró mucho mejor. Incoaré mirando a todos lados y me encontré con aquellas paredes gigantes que conocía de memoria.

—¿Cree que se pondrá bien, doctor? — escuché a mi familiar preguntar, preocupado.

—Sí, se pondrá bien. Solo le recomiendo — dijo mirándome repentinamente —, que trate de cuidar su salud y no se exponga a los golpes de frío, mucho menos al agua de la lluvia helada — tomó aire y quitó el termómetro que tenía debajo de mi axila derecha —. También el estrés que tiene acumulado, es preocupante. Le recomiendo que salga un poco y camine por el parque— me sonrió educado.

—Pero... — musité con mi garganta seca —, ¿qué me pasó?

—Te desmayaste, hijo — contestó mi tío, quien estaba sentado en el sofá del frente; nos encontrábamos dentro de la sala de mi departamento —. Estabas volando de fiebre.

—¿Cómo? — protesté, mirando al doctor quien escribía concentrado en la hoja del recetario —, hace poco salí de un resfrío, no puedo volver a enfermarme tan rápido.

—Sus defensas están muy bajas, sí. Pero no joven, no está resfriado — le entregó el recetario a mi pariente y comenzó a guardar sus herramientas dentro del maletín —. Y eso es lo que me preocupa. Su tío me contó que se estuvo alimentando bien. Sin embargo, me gustaría revisarlo con más tiempo porque hay una cosa que no me está gustando para nada. Según su historial médico, usted estuvo internado hace tres años por un disparo de arma de fuego en el hombro, que hizo que se infeccionara la herida. Luego de eso,  entró al ejercito — asentí ante su confirmación —. Lo más acertado, es que haya realizado demasiado peso allí dentro y que las heridas internas en su hombro se hayan abierto — tras escuchar eso, abrí mis ojos y solté un bufido.

—Pero yo estoy bien — contesté —, en el servicio me cuidé y no realicé mucho peso.

—Sí, puede que esté bien o puede que no. Por eso quiero que se haga un chequeo médico cuanto antes —confirmó, poniéndose de pie y mirándome fijamente —. Muchas veces estas hemorragias internas se acumulan, creando un coágulo y así, un tumor. Sí esto es tratado a tiempo, estará fuera de peligro. Le sugiero que vaya a mi consultorio en el hospital cuanto antes, esperemos que no sea lo que presiento.

Lo miré con arrogancia por un minuto y ladeé mi cabeza, mirando hacia el techo. Escuché al médico suspirar con cansancio y caminar hacia la puerta de salida.

—Lo acompaño hasta la puerta, doctor — oí decir a mi tío.

—Le dejé unos cuantos medicamentos y analgésicos en el recetario. Con la inyección que le puse, bastará para que la fiebre baje en unos cuantos minutos. Le ruego que le diga que descanse y se acerque al hospital. Estaré esperándolos.

—De acuerdo, pronto nos veremos. Gracias por venir.

Cuando la puerta se cerró indicando que el médico se había ido, mi familiar se acercó arrodillándose a mi lado y aclarando su garganta para que lo mirara.

—Ya eres grande, Jungkook. Tienes veinticuatro años. Supongo que no será necesario que te diga que tienes que ir al hospital mañana temprano apenas salga el sol, ¿verdad?

Me giré a mirarlo, haciendo una mueca de dolor tras sentir el efecto de la inyección en mi nalga derecha. Al parecer, este año también sería de muchos pinchazos en mi trasero.

Signum • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora