Capitulum XII

21.4K 2.7K 6.5K
                                    


A la mañana siguiente, me desperté con el exquisito aroma a coco y vainilla junto con la calidez abrazadora de un peso encima del mío. Me sentí cómodo, mi nariz chocaba contra la piel caliente ajena y mis labios rozaban a esta, me acomodé más cerca y suspiré, olfateando el exquisito aroma que me hacía estremecer de lo delicioso que era.

—Despertó—la voz ronca de mi amigo me sobresaltó. Sonreí, negando con mi cabeza y escondiendo mi rostro en su cuello. Su aroma era demasiado tentador, debería preguntarle más tarde que tipo de perfume era porque me estaba matando.

—Mmm—solté un gemido, perezoso—. Déjeme dormir un poco más, fue una noche difícil para mí—le dije, recordando mis últimas lágrimas.

Jimin soltó una pequeña risa, haciendo que la piel de su garganta temblara contra mi nariz.

—De acuerdo, seré su almohada un rato más—murmuró, apretando mi cuerpo contra el suyo y tapándonos con la manta.

Realmente no sabía que estaba ocurriendo conmigo, debería sentir vergüenza por haber, prácticamente, dormido al lado de Jimin. Pero una sensación increíble llenó mi pecho en cuanto desperté y tuve noción del hecho que estaba ocurriendo ahora. Solo recordaba haber llorado por Maneol y a mi amigo abrazándome, luego, me quedé dormido. La teoría a la que llegaba para definir este acto, era que Jimin también cayó a los brazos de Morfeo. Era lo más razonable, pero lo irracional era que el castaño aún seguía a mi lado, ¿No le importaba? ¿No le molestaba estar abrazando a una persona homosexual como yo lo era? ¿No entraría en pánico? No. Jimin no era de esas personas, me lo había dejado claro, pero...

—¿Se siente mejor? —preguntó unos minutos después.

Por fin, abrí mis ojos tratando de acostumbrarme a la claridad de la mañana y me separé de Jimin poniéndome de costado y manteniéndome con mi brazo derecho para poder verlo mejor. El me sonreía amistoso, le devolví una sonrisa y asentí.

—Gracias, Jimin—le dije.

El dejó de sonreír, observándome atentamente. Me quedé estupefacto observando esos ojos color cafés que me miraban con comprensión y me sonrojé cuando me di cuenta la cercanía en la que nuestros rostros estaban, nuestras narices se separaban apenas unos centímetros. Quería entrar en cerote y alejarme, salir afuera y respirar aire freso, pero mi cuerpo no respondía a mi cerebro. Maldito traidor.

—No es nada, somos amigos, ¿verdad? Siempre estaré cuando usted lo necesite—susurró. Mis ojos inmediatamente se dirigieron a sus labios rojos mientras los movía y luego a su nariz pequeña, siguiendo a sus pupilas brillantes. Le sonreí, asintiendo.

Ambos nos quedamos en silencio luego de aquello. Con cada segundo que pasaba, me preguntaba a mi mismo si todo lo que estaba ocurriendo ahora era producto de mi imaginación o un buen sueño. Podía ver los ojos de Jimin observando todo mi rostro, como si determinara mi comportamiento a través de mis rasgos y se concentró en ello. Quizás era el efecto mañanero, cuando te agarraba la pereza y hacías cualquier cosa con tal de no levantarte. En cambio, yo, me memoricé su rostro por completo. Pero no había nada por memorizar, ya que me sabía aquel como una oración religiosa y lo había aprendido el primer día que lo vi retratado en el cuadro. Cejas castañas, nariz pequeña y labios gruesos, mandíbula delineada, su piel era blanca como la nieve y lo que más me gustaba de aquel, eran sus ojos.

Levanté mi mano derecha y la llevé al rostro de Jimin para trazar con mi dedo índice su cara por completo y ahora, memorizarla con el tacto, como cuando lo había hecho aquella vez en su universidad con su retrato. Pero antes de trazar, lo miré indeciso, creía estar sobrepasándome porque ya era demasiado que estuviéramos durmiendo juntos; pero Jimin me sonrió cuando interpretó lo que realmente yo quería hacer.

Signum • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora