Capitulum XXXIX

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Bajé las escaleras con cuidado y cuando llegué al piso de abajo, me quedé atisbando hacia la persiana en silencio. La lluvia golpeaba con rudeza el vidrio y los relámpagos iluminaban el pequeño pasillo con su color violáceo. De pronto, las nubes se golpearon entre sí, produciendo ese sonido escalofriante que hizo temblar a todo el edificio.

Apenas podía verse mi reflejo en el cristal, mi cabello estaba húmedo por el reciente baño y mis manos ocupadas con el táper de kimchi que sostenía. No iba mal vestido ni mucho menos, elegante. Mi camisa marrón café junto a mi pantalón de negro de tirantes, hacía una linda combinación con mis zapatos lustrados. Mis labios estaban rojos y un poco hinchados por las mordidas que me hice, debido a los nervios incesantes en mi cuerpo. Me había rasurado la pequeña barba que tenía en mi quijada y mi piel parecía como la de un bebé recién nacido.

Chisté mi lengua, tomando aire y llenándome del petricor naciente desde las afueras e inundándome de la desesperación de la tormenta.

Mentiría si dijera que no había estado angustiado durante los últimos días por esta increíble ocasión. Apenas había podido tomar conciencia de mi mismo, cuando me encontraba pintando. Mis manos temblaban y a la vez, sudaban. Mi corazón se sentía intranquilo y latía con fuerza, haciéndome perder los estribos. Había estado mirando impaciente una y otra vez el teléfono, anticipando su llamada. Pero Jimin nunca más llamó,  después de ese día. Desilusionado por querer escuchar su voz a través del tono, decidí pensar que la razón por la que no me había llamando, era porque estaba ocupado y no tenía tiempo para hacerlo. Por alguna razón, tenía miedo de que me clamara para decirme que la cena no podía realizarse. Por supuesto que lo iba a entender, pero me iba a sentir como un payaso por haberme ilusionado. Y gracias a los cielos, no llamó. Así que suponía que la cena si se realizaría y que no había cancelaciones de por medio.

Tomando pasos firmes y mostrando mi pecho, me puse en marcha y me aproximé hasta su puerta. Era increíble la velocidad en la que mis nervios aumentaban. ¿Por qué estaba tan nervioso? Sólo sería una cena de... ¿conocidos? Únicamente disfrutaríamos de una comida deliciosa y hablaríamos de cosas triviales como estuvimos haciéndolo durante los días que nos vimos, tampoco como si de repente me tirara encima de sus brazos y le dijera que aún lo seguía amando. A parte, quizás esta sería la última vez en la que ambos estaríamos así de cerca.

Quedaban pocos días para marcharme y también, para someterme a una cirugía la cuál no sabía si iba a salir bien. Y maldita sea el mundo, que había olvidado aquello último por completo. Tal vez el lunes,  me pondría en marcha para comenzar a llenar los formularios e internarme hasta que ocurriera qué supiese quien.

Toqué el timbre justo cuando la tormenta pareció cesar un poco y cerré mis ojos, todo mi cuerpo temblaba. No podía mantenerme estable, sentía que en cualquier momento iba a desmayarme. Todo era tan irreal y si hacía un año alguien me hubiera dicho que ahora estaría en frente de la puerta de Park Jimin sujetando un táper con kimchi para disfrutar de una cálida cena en su departamento, lo golpearía hasta dejarlo inconsciente. Y lamentaba la violencia, pero todo era tan...no sabía como explicarlo.

Siempre lo había dicho, incluso la luna brillante en el cielo era testigo de mis palabras, que jamás tuve esperanzas de volverme a encontrar con el rubio. Yo ya lo daba por vencido todo. Sin embargo, un día apareció y todo en mí, era una revolución constante de sentimientos en mi corazón. Tanta información para unas cuantas semanas, Jimin escribiéndome cartas cuando estuve en coma, Jimin confesando que me amó y Jimin apareciendo en Seúl, diciéndome que ya no me amaba y que todo era por una necesidad nostálgica. Había tenido razón mi médico sobre la angustia acumulada, por supuesto, ¿quién no se volvería loco cuando tu destino cambiaba por completo? Me sentí asustado, sin embargo. Perdido en la oscuridad de un bosque en invierno, caminando hacía la cabaña de la bruja quien me poseía una y otra vez con los encantos de aquel muchacho, enamorándome de nuevo.

Signum • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora