Capitulum XXV

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El aire fresco que entraba por la ventana me hizo temblar. Sin abrir mis ojos, me acurruqué aún más entre los cojines del sofá. Yo sabía que el otoño estaba siendo helado como ningún otro otoño que yo recordaba, sin embargo y sabiendo de aquello, yo había sido tan cándido como para abrigarme como se debía.

Haciendo memoria entre sueños, recordé que me había quedado dormido luego de terminar de colorear el cuadro que tenía que entregar en la universidad dentro de unos días. Tras haber estado en abstinencia de tocar un pincel, volví a tomar las fuerzas necesarias y comencé a dibujar de nuevo. Parecía que comenzaba a vivir empezando desde cero.

Y aquello me alegraba mucho, porque fin, estaba saliendo de aquel agujero de corazones no correspondidos.

De repente, sentí una mano cálida tocar mi rostro con primor, ésta me acariciaba desde mi faz y luego bajaba hasta mi mentón. El dedo pulgar hizo líneas juguetonas en mi mejilla diestra. Confundido, abrí mis ojos arrugando mis cejas con inquietísmo y exasperación.

—Jungkook, usted tiene un rostro muy delicado y hermoso—lo oí expresar, mientras acariciaba ahora, la punta de mi nariz—. Y sus labios son tan puros, al igual que su corazón—tocó mi labio inferior y pulsó allí. Tiempo después, besó mi frente y dolido por ese gesto, ladeé mi cabeza esquivándolo enojado.

¿Quién se creía que era para tocarme y besarme de aquella manera?

—¿Pero que cree que está haciendo? —fue lo primero que manifesté. Mi garganta dolía y por una extraña razón mi cabeza ardía al igual que mi hombro derecho, cerca del pecho. Y  respirar, me estaba costando mucho.

—Jungkook...cuanto me alegra verlo bien—murmuró Jimin, sus ojos llenos de lágrimas perdidas, sus mejillas sonrojadas y mojadas. Atónito me perdí en las bolsas negras que yacían debajo de sus parpados inferiores y en su cabello castaño despeinado. Sujetó mi rostro con ambas de sus manos y acarició con sus dedos mis mejillas. Chistando mi lengua, empujé sus manos lejos de ni cara y me senté, poniéndome firme.

Me di cuenta que aún seguía en la sala de mi departamento. Mi pintura estaba dibujada en el bastidor sobre el caballete de madera y el ventanal cuyas persianas abiertas permanecían, el viento entraba  y golpeaba nuestros rostros lúcidos.

—¿Qué hace aquí? ¿Cómo...cómo entró? ¿Mi tío donde está?—me alarmé, poniéndome de pie, pero mi espalda dolió y volví a sentarme con una mueca de disgusto. Jimin me agarró de la cintura y me hizo recostar.

Lo único que había en mi mente ahora, era saber porque Jimin estaba aquí, dentro de mi departamento hablándome como si las cosas entre nosotros estaban bien. Yo no lo quería ver, y se lo dije la última vez que nos vimos. Aún recuerdo sostener su carta de invitación a su boda en mis manos mientras yo me arrepentía una y otra vez de haberlo conocido. Me enfurecí con tan solo recordarlo otra vez, y lo miré espantado. El pareció darse cuenta porque con nervios, despeinó su cabello y observó sus manos entrelazadas.

—Vine lo más rápido a Seúl en cuanto me enteré lo que le ocurrió, Jungkook—me miró, sus ojos llenándose de lágrimas futuras. Hizo un puchero y ladeó su cabeza, apretando su mandíbula—. Cuando su tío me llamó, yo estaba llegando a mi departamento, ni bien mencionó su nombre, yo corrí a tomar el último tren del día y aquí estoy—sonrió triste—, las horas dentro se hicieron eternas y tenía tanto miedo, miedo de perderle a usted para siempre. Me siento tan culpable, sabiendo que le dije que lo iba a proteger. Perdóneme.

Traté y traté de procesar sus palabras y retenerlas en mi cabeza, pero no podía. Impaciente por no saber de que demonios estaba hablando, mordí mi labio inferior.

—Disculpe—moví varias veces de lado mi cabeza—, no sé de que está hablando y tampoco sé porque está aquí.

—Porque estoy preocupado por usted, ¿acaso no lo recuerda?—mirándolo atento, negué. Jimin cerró los ojos cansado y suspiró, abriéndolos otra vez—. Usted fue a la movilización que se hizo frente a la asamblea, Jungkook... ¿sabe lo peligroso que hubiese sido que hubiera personas malas allí? Cuando su tío se enteró, se enfadó mucho y yo me preocupé, gracias a los cielos que está bien y no le pasó nada.

Signum • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora