Capitulum XXXVI

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"El joven Jungkook es un conjunto de letras que me enamoran y me hacen florecer en el papel cada vez que escribo, como si fuera una rosa en un prado floreciendo en primavera."

Cerré por última vez el cuaderno luego de haber leído sus últimas hojas durante toda la tarde. Ya había anochecido y la tormenta de nieve seguía azotando el vidrio de cristal de esta vacía habitación sin cesar junto al frío helado entrando por las pequeñas aberturas de la ventana, congelándome por completo. Pero era ridículo, ya no había nada que pudiera congelarme.

Estando tirado en el piso como un moribundo sin vida, me di cuenta que por más que intentara hacer cualquier cosa, no cambiaría el pasado. Y la furia que comenzaba a sentir en mi corazón era abrumadora, tanto que me hacía estremecer hasta las puntas de mis pies, y las lágrimas secas en mis mejillas pesaban junto a las miles de piedras de mentiras que estuve cargando en mi espalda por años.

¿Qué más daba? ¿Qué más daba si corría a sus brazos cuando en mi corazón todavía no había amor por completo?

Sí, los viejos sentimientos habían regresado a mi alma, pero léanse atentos, estaba hablando de viejos sentimientos. Aquellos no eran los mismos de ahora. Yo estaba enamorado del Jimin de hacía tres años, más bien, de los recuerdos de hacía tres años. En la actualidad yo no conocía al rubio y no sabía nada de él.

No estaba enamorado de este Jimin.

En la última noche que estuvimos juntos en mi departamento, yo lo besé y me dejé llevar por los recuerdos y por lo que yo solía sentir en ese tiempo. Ahora, me costaría trabajo enamorarme de nuevo y amar a Jimin sin vivir del pasado.

A parte, yo no podía hacer eso. Yo ya había planeado vivir mi vida y estuve anhelándola por dos largos años mientras estaba en el ejército. Faltaba un mes para mudarme a España y comenzar de nuevo. Lo lamento al destino, pero yo no podía aguantar ni un minuto más aquí. Yo no podía cambiar mi pasado. Ya no.

—¿Jungkook? ¿Qué estás haciendo tirado en el piso helado?—escuché la voz de mi pariente desde la puerta,  haciéndome salir de mis pensamientos y sentarme en el suelo, mirándolo con decepción e irritación de repente.

El de cabellos largos prendió la luz y me observó, levantando una ceja confuso. Luego miró a mi alrededor y al desastre de papeles que había por toda la habitación. Mi cuerpo tembló cuando tomé el cuaderno de Jimin sobre mis frías manos.

—¿Qué es todo este desorden? ¿Por qué están todos esos papeles tirados?—inmediatamente, se agachó para recogerlos y meterlos dentro de las cajas; hasta que se topó con esos sobres y los miró atento, con la boca abierta—, ¿qué es todo esto?

—¿Por qué no me dijo que Jimin había estado escribiéndome cartas durante mi estado de coma?—pregunté al fin, con la voz llena de dolor y mis ojos ardiendo por las lágrimas.

Mi tío comenzó a temblar cuando le tendí el cuaderno del rubio, abriendo la última página para que lo leyera tranquilo. A medida que los segundos pasaban, su expresión se entristecía por completo.

—¿Usted sabe por todo el dolor que tuve que pasar, pensando que Jimin nunca me amó?—cuestioné entre lágrimas—¿Usted sabe lo destruido que está mi corazón? ¿Usted no es consciente de qué-

—No sabía nada de esto—respondió inmediatamente, cortando mi voz. Abrí mis ojos y negué con mi cabeza.

—Imposible—le dije, herido más que nunca—Jimin dice en la última carta que me escribió, que se la daría a usted para que me la entregara—respondí, señalándole exactamente aquel escrito—, ¿lo recuerda?

Signum • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora