Babel Esparza es una joven curiosa e impetuosa chica de 19 años que cursa apenas su primer año de nivel superior, vive en Inglaterra con su hermana mayor
Hasta que un día le ocurre lo más inesperado, que la obliga a correr a un refugio el cual enc...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
┉┅┄•◦ೋ•◦❥•◦ೋ••◦ೋ•◦❥•◦ೋ•┈┄
La ficción y la fantasía se volvieron su punto débil cuando de libros se trataba. Sin embargo esa misma ímpetu y necesidad de escudriñar en todo le obliga a actuar de forma errática y valentonada en situaciones en las que seria mejor un silencio dulce y educado. Nada tenía que ver con la lectura, pero por alguna razón pensó en ello. Cerró el libro de golpe enfurecida consigo misma por no verse atrapada por las letras en el papel. Se levantó sacudiendo las enaguas. Recorrió el sendero levemente formado con un caminó de tierra barrida.
— Señorita Browning — Oyó a la lejanía una voz jóven y masculina.
— Archibald.— Respondió con alegría.
Una conversación es quizas lo que necesitaba. — Que hace aquí.
— Ah, levantó una barda perimetral señorita.
— ¿Que? — Se levantó en puntillas para ver sobre su hombro. Tablas, alambres, picos y troncos se encontraban en la carretilla que alaba uno de los caballos. — ¿Porqué?
Su amigo se movió nervioso. Carraspeó.
— A palabras del señor Asher: Es necesario reforzar las barreras de la propiedad, debido a múltiples intrusos".
— Es por mí — Dijo con seguridad.
Se aclaró la garganta — De nuevo...son palabras del señor Asher, no mías. Y, no... — Ella lo miró incrédula con una rápida sonrisa sarcástica. — Yo no puedo asegurar que...
— Tranquilo. — exhaló — en realidad lo entiendo. Era más que una intrusa. Había incluso allanado su morada en un intento frustrado de obtener el libro. Sonó bastante loco en su cabeza ahora que repasaba los acontecimientos. Cualquiera pensaría que es una chiflada digna de tener cuidado. Considerando las circunstancias lo más sensato era pautar una distancia. Debía admitir que aun así estaba un tanto ofendida Babel agacho la cabeza atrapada en su maraña de pensamientos.
— Se ve... distraída — Busco su rostro.— ¿Le ocurre algo?
— No, éstoy perfectamente. — Él enarcó las cejas denotando sus grandes ojos avellana. — De acuerdo. — Admitió alcabo de una larga mirada — Después del último baile organizado en la propiedad las cosas se han puesto algo tensas. Quisiera decir que mejoraran, pero en realidad no lose...— Mordió la esquina de su labio inferior — La cosa es que me he sentido algo agobiada estos días. Intente distraerme un poco con la lectura pero ha sido todo un fracaso.
Archibald trago escandalosamente. — Que le parece si continuamos con las lecciones de montaje.
— No, le agradezco el gesto, pero lo último que deseo es causarle más problemas.