7.2 ~ Mensaje encriptado

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Antes de salir de la cocina Archibald rozó su muñeca con la intención de captar su atención, y así fue.

—  El señor Asher no es Woodgate.
Babel asintió aun que no comprendió de inmediato que quizo decir.

Al caminar por aquel corredor, con solo el sonido de sus tacones contra la madera se sintió rumbo a una corte marcial, en una ruta angosta que llevo a una esquina que conectaba a otra puerta. Pasaron por todas las habitaciones de servicios hasta culminar en el vestíbulo.

Finalmente abrió las puertas del salón de reunión. Un lugar nada austero con un espacio amplio y muy bien administrado en cuanto a la decoración y dispersión de los muebles. Había un par de mesitas acomodadas al fondo del salón con sus sillas respectivas, tres sillones distribuidos en una media luna y en un rincón pegado a la ventana un precioso piano forte. Babel casi suspiro al verlo tan elegante diseño, soño con tocar las teclas de aquel instrumento, pero esa no era su casa y ese evidentemente no era su piano.

— El señor Asher pide paciencia, en un instante se reunirá con las señoritas — El mayordomo se quedó en la puerta. — Por favor tomen asiento.

— Si — Musitó Babel, quien prestó especial atención en las facciones inquietas de su falsa prima. Se remolineba en el sillón, mordiéndose los labios — Todo va estar bien Harmony.

— No pretendo ser groserae contigo, pero no lo entiendes Babel, por que a ti no te importa. Ésto manchar mi reputación, todos pensarán que soy una intrusa, una cualquiera, una chismosa mujercita de dudoso prestigio. En cuanto se sepa esté desafortunado mal entendido, nadie y hablo de nadie, pensará siquiera en mi como un prospecto — Tapo su boca para ocultar sus exalacion — Dios, en cuanto se enteré el señor Woodgate todo habrá terminado, cualquier oportunidad de...no... mi madre, oh que hare...

Babel la observó y escuchó cada palabra de su visible drama, esperando a que desahogara su evidente frustración.

Pero la culpa es un ingrediente digno para pensar lo difícil que es para una mujer aun en su actualidad mantener una buena imágen sin que alguien se creyera con el derecho a reprobar absolutamente todo, afortunadamente la despotricación de las mujeres ya no era asunto de nadie y se veían en su plena libertad para tomar aquella opiniones y meterselas de regreso por su pútrida boca.

Cada vez que su mente reflexiónaba sobre el tema el rostro de Mary defendiendose venía en un recuerdo latente.
En está época era mucho peor. Y no deseaba eso para Harmony.
Trágo saliva.

— ¿Donde se encuentra el señor Asher.? — Preguntó Babel buscando al mayordomo.

— En la biblioteca. Sin embargo me informó que en cuanto pudiera se reuniría aquí en salón.— Reiteró.

En la edad del tiempo © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora