Babel Esparza es una joven curiosa e impetuosa chica de 19 años que cursa apenas su primer año de nivel superior, vive en Inglaterra con su hermana mayor
Hasta que un día le ocurre lo más inesperado, que la obliga a correr a un refugio el cual enc...
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Babel bajó de su altura para dirigirse lo mas pronto posible persiguiendo al tipo encapuchado que empujaba a las personas para hacerse caminó hasta Alexander.
Babel pasaba de Alexander al sujeto midiendo la distancia entre dos y su cercanía. El duque ya había derribado a los hombres que lo apresaron en un inició. Estaba se espaldas por lo tanto aun no advertía la presencia de ni uno de los dos – ni la de Babel que se apresuraba en su ayuda ni la del sujetó que ya estaba detrás de él.
Al paso por una mesa tomó un tarro de cerveza y con una fuerza desmedida lo estrello contra la cabeza del hombre encapuchado, él volteó colocándose una mano en la nuca. Un hilo de sangre recorrió desde su caballo hasta el cuello, el tipo inspeccionó su mano y gotas pequeñas de sangre escurrieron de sus dedos y se impregnaron en la duela del suelo.
Ahora podía ver claramente el rostro rígido que gruñía mostrando los dientes y se abalanzó sobre Babel derribandola al suelo, subió el arma blanca aproximando el artefacto situándo la punta del cuchillo rozando la piel del cuello delgado de la chica. Sintió el metal frío y punteagudo que paralizó su cuerpo.
La respiración se contuvo en el pecho hasta que un brazo se rodeó en el cuello de su agresor retirándolo con suma brusquedad liberando el peso que la oprimía.
Era nadie más que Alexander quien se encargó de esta acción. Refundió al sujetó contra la columna que dividía el recinto. Miró por encima de su hombro y sus ojos azules se entornaron en un gesto sorpresivo cuando enfocaron a Babel lo que la dejó darse cuenta que hasta ese instante el no sabía a quién había rescatado. Desvió al tiempo la misma volviendo a su adversario ya neutralizado.
La boca de la muchacha se encontraba seca por el terror que la abordó tan abruptamente.
— Señorita tenemos que irnos ahora— Escuchó la voz de Sofía que posteriormente la sujetó del brazo para ayudar a levantarla.
Babel se paró a rastras jalada por las manos de su amiga que tironeaba con desesperación. Los policías comenzaron a visualizarse en el lugar con sus vestimentas negras, gritando "¡Quietos!". Las personas se empujaban bestialmente sin la menor consideración por nadie.
— Los policías...— Dice Babel asustada, con la respiración agitada — ¿Vienen por nosostros?.
— Melvin nos espera afuera con el carruaje, debemos darnos prisa — Responde Sofía sin contestar a la cuestión de Babel.
Le pareció extraño y difícil de ignorar, aun así lo aceptó pues en un principio Sofía le advirtió y hasta rogó que se quedará en la mansión. Las mujeres llegaron a la parte trasera del bar y salieron por éste junto con unas cuantas personas instigando deliberadamente su trayectoria. Todos estaban desesperados por abandonar las instalaciones.