Babel Esparza es una joven curiosa e impetuosa chica de 19 años que cursa apenas su primer año de nivel superior, vive en Inglaterra con su hermana mayor
Hasta que un día le ocurre lo más inesperado, que la obliga a correr a un refugio el cual enc...
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Babel detuvo un segundo el empuje para verificar el cese del sangrado, este se volvió menos abundante sin embargo continuó con la presión. Él cuerpo del caballero se volvió rígido. Sus ojos aun la retenían. — Intento averiguar el motivo...
—¿Señor...?— Dijo simulando no aver advertido que su mirada la cuestionaba.
— ¿Por qué me ayuda? — Emitió en una voz ronca taciturna.
—Le estoy en deuda señor..
—¿En deuda? .
—Si — Dijo sin dar más explicaciones. inspeccionó una vez más el corte. - Sabe, ¿La reputación de mi familia se hubiese manchado si no fuera por su discreción?. Le agradezco.
El hombre redirigió la vista al techo razo. — Con todo respeto. Los asuntos de su familia no me corresponden.
— Tal vez tenga razón. Quizás usted realmente no esta conciente de lo que significa su silencio, o es demasiado modesto o realmente no le importa los escándalos triviales de mi familia y todas las ofensas que pudieron venir de mí parte; aun que lo último puedo ponerlo en duda en vista de que ha seguido mí consejo de poner una cerca— Rió con amargura — Aun así, se lo agradezco profundamente.— Despegó la tela ahora manchada en sangre. — Parece que la hemorragia ha cesado.— Tomó el agua restante para labar la zona. Pasó sus dedos sintiendo la forma de las costillas.
— Sabe que tengo motivos suficientes para marcar un límite en la propiedad. La prueba irrefutable de ello, es que usted está aquí sin previa invitación...de nuevo.
Babel apretó los labios con irritación, y de una manera descuidada y nada afable vertió el agua con más sadismo. El duque apretó los dientes ante la sensación desprevenida del agua sobre su carné expuesta.
— Lo siento.— Dijo sinica.
— Seguro que sí. — Respondió él con ironía.
— Creó, que ya he terminado. — Dejó la holla a un lado. Su sonrisa infantil aun no se desvanecía.
— ¿Sabe cocer?.
— Me defiendo. — Balbuceo extrañada.
— Aun debe cerrar la herida.
Se enderezó retrocediendo hastá que la parte posterior de sus rodillas toparon contra la mesita. — ¡Que dice¡....yo...nose como hacer eso. Yo...
— Debe cerrar o de otro modo volvera a sangrar y se infectara si la deja demaciado tiempo expuesta.— Masrcullo. — En el mueble de la esquina se resguarda un equipo de costura. Saquelo y traegalo. — La joven aun lo veía encimismada, reorganizando sus idaeas y un tanto arrepentida por averse involucrado en este dilema — ¿Dice que quiere ayudar?, pues hágalo.— Babel lo miró atónita.— Dese prisa.— Ordenó con esfuerzo.