Babel Esparza es una joven curiosa e impetuosa chica de 19 años que cursa apenas su primer año de nivel superior, vive en Inglaterra con su hermana mayor
Hasta que un día le ocurre lo más inesperado, que la obliga a correr a un refugio el cual enc...
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Una vez en casa, Babel colgó su abrigo y se saco los guantes. El baile ya estaba cerca, así que los preparativos duraron hasta muy tarde.
Pasó por el salón donde el bullicio prevalecía. La condesa se encontraba en el lugar, con sus sirvientes, organizando el acomodo de las mesas, Harmony se hayaba en la sala común, con sus dos hermanas y su madre, conversaban sobre las tendencias de londres, las próximas bodas y las probables parejas que resultarán al finalizar la temporada. Paso de largo por el pasillo, hasta las escaleras que daban al piso superior.
Llegó a su cuarto y se dejó caer como era costumbre.
Babel descansaba en su cuarto enfocada en la flamante llama de la vela a lado de su cama. La imagen de sus amigos volvió a su mente; pensó que su vida era tan sencilla y nunca lo supo.
Las cosas ahora era más complejas, su familia no estaba cerca, aun que si lo analizaba a fondo hasta ese pequeño espacio entre su inconformidad notó que realmente no tenía familia. Su hermana no fue ciertamente una hermana y su padre tampoco fue un modelo a seguir, fuera de su gran imperio de microempresas no encontró otro motivo de admiración.
Después sus pensamientos pasaron a algo más banal, como lo era el internet, sus redes sociales. Se preguntó que encontraría el día que regresase.
Los días transcurrían lentos y pausados en el siglo actual. La diversión se basaba en bailes y recorridos por el pueblo, alguna lectura ocasionales, y cotilleos por las esquinas de hombres acaudalados con los que contraer matrimonio. Su tolerancia al tema sobrepasaba el límite.
Suspiró aun más hondo que la última vez que pensó en ello.
Sus ojos se abrieron. La obscuridad aun consumía la habitación. No recordó el momento exacto en que sus ojos se cerraron hastá enfrascarse en un profundo sueño. Se giró un par de veces en las sábanas en un intento fallido de volver a consumar el descanso. Babel bajo al vestíbulo en busca de algo tibio que le ayudara con su insomnio.
—Buenos día señorita — Se materializó una voz salia de fondo. Una llama tenue en la obscuridad alumbró el rostro de Margo.
—Buenos... días —Respondió en un susurro.
«¿Qué hora es?»
—¿A donde se dirige?— Dijo al mismo tiempo.
—Estaba a punto de ir a la cocina, necesito algo caliente.
—Perfecto, la acompaño, los sirvientes un deben estar dormidos así que no deseo molestarlos. — Pasó por enfrente de Babel para adelantarse — Venga, no se quede atrás —Dijo con una plena sonrisa. A lo que Babel accedió.