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Una semana había pasado desde que Isabella dejó de hablarle a su madre

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Una semana había pasado desde que Isabella dejó de hablarle a su madre. Claramente, los intentos de Irina por tratar de aclarar las cosas con Isabella y ser sincera habían sido varios, pero la chiquilla simplemente no cedía.

Todos en la casa se habían dado cuenta de la situación, incluso Artur, pero no le había dado mucha importancia ya que para él Isabella siempre sería una mal enseñada.

Lo más importante que había ocurrido aquella semana, entre las constantes discusiones de Isabella ya no tan solo con Candace, si no también con Caroline, había sido una noticia que había anunciado el Tio John una de las mañanas: Se quedarían a vivir en Francia junto a su familia. Isabella no pudo estar más feliz con aquella noticia; ignorando que tendría a Caroline cerca, lo que más le emocionaba era el hecho de que Madison se quedaría en el país. Nunca antes habían sido cercanas, Isabella jamás había tenido muy buena relación con muchachas de su edad y del mismo género, pero sorpresivamente para ella y para Madison, ademas de ser primas, habían formado una amistad y una confianza que ninguna de las dos alguna vez imaginó. Isabella sentía que por primera vez podía confiar en alguien, ya no se sentía tan sola como lo había hecho la mayor parte de su vida.

A Justin no lo había vuelto a ver. Sus padres varias veces habían ido a cenar a la casa de los Bieber, pero ella había fingido estar enferma solo para no ir. Por suerte en su casa no los habían invitado durante la semana. Como le había prometido a Justin, no se le aparecería. Sin embargo, tanto ella como él sabían que no se podrían evitar toda la vida. Aún así, esto era parte del plan de Isabella para no provocarlo y no caer ante sus encantos.

Había sido una semana aburrida, según su propio juicio, ni siquiera su padre la había molestado.

Era jueves y el verano ya casi ni existía en Francia. Estaba sola en casa, todos habían desaparecido muy temprano.
Se miró al espejo luego de salir de la lucha e hizo una mueca al notar que su vientre estaba más hinchado. No era mentira que había ganado peso desde que llegó al país. En Rusia solía ir al gimnasio todas las mañanas desde que dejó el colegio, hábito que había perdido. A pesar de que no tenía mucho apetito y solía comer bien, según ella necesitaba mantenerse activa. Por esa razón, no dudo en ponerse una de sus tantas tenidas deportivas para ir en busca de un gimnasio. No le importaba si su padre se lo impedía como medida de seguridad, iría igual.

—¿Por qué me llamas a esta hora, bonita? —un adormilado Will bostezó al otro lado de la línea.

—Lo siento por despertarte —rió suavemente—. Solo necesitaba el consejo de algún francés.

—No soy Francés, solo vivo aquí desde hace unos años —le corrigió.

—Bueno como sea ¿Me recomiendas algún gimnasio? El verano ha terminado y necesito ponerme en forma para el otro año —se miró al espejo, mientras sujetaba el teléfono contra su oreja con incomodidad.

Fairytale ➳ J.BDonde viven las historias. Descúbrelo ahora