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Isabella se encerró en su cuarto en cuanto llegó a su casa y no quiso oír de nadie

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Isabella se encerró en su cuarto en cuanto llegó a su casa y no quiso oír de nadie. El viaje hasta la casa había sido eterno, por la simple razón de que quería llorar y Caroline iba a su lado en el asiento trasero.

Tenía ganas de tirarse sobre ella y gritarle frente a todos que era una perra, pero Isabella sabía que no valía la pena porque Caroline no le había puesto una pistola a Justin en la cabeza.

La imagen de los dos en aquella habitación no salía de su cabeza y por más que trataba de pensar en otra cosa, no podía.


—¿No te vas a levantar? —Irina entró a su habitación cuando el reloj marcaba el medio día del día siguiente.

Isabella se tapó la cara con una almohada cuando su madre abrió las cortinas.

—No —Isabella respondió.

Irina soltó un suspiro y caminó hasta la cama para sentarse en una orilla. Isabella apretó los ojos y se negó a quitar la almohada de sus ojos.

—¿Qué tienes? Llegaste rara de...

—¡Nada, mamá! —gruñó—. Déjame entraré a la ducha.

Irina negó con la cabeza y salió de la habitación, sin antes decir;— Estaré en el despacho con tu padre. Nos avisas cuando te dignes a querer comer algo.

Isabella tiró la almohada lejos cuando su puerta se cerró y se levantó para meterse a la ducha.
Había sido una noche horrible. Dio vueltas en la cama casi cuatro horas, llorando y llena de rabia. Había llegado a la conclusión de que odiaba a Justin, y necesitaba descargar su odio contra él. Se sentía una idiota por haberle dejado estar a su lado en uno de sus momentos más débiles. Él siempre le había visto la cara de estúpida y eso no iba a cambiar. Haber pensado que la relación que tenían daría otro paso la hacía sentir ilusa. Claramente eso jamás sucedería. Justin no era de esa clase de chicos que sienten cariño por una persona.
La única explicación de porqué el se había comportado de la forma en que lo hizo aquella noche, era nada más que lástima. Justin ya no la odiaba, pero solo porque ahora sentía pena por ella.

Por otro lado estaba Caroline, que se había salido con la suya. Había logrado meter a Justin entre sus piernas.
Isabella se preguntó si alguna vez se habría enterado de aquello al no ser porque los había encontrado.

Salió de la ducha cinco minutos después y trató de arreglar sus ojeras y ojos inflamados con algo de maquillaje, aunque no sirvió. Se vistió con un pullover y unos jeans antes de salir de su habitación y bajar.

No tenía las más mínimas ganas de ver a Caroline y mucho menos ver sus sonrisa triunfadora, como si follar con Justin fuera un logro.

Fairytale ➳ J.BDonde viven las historias. Descúbrelo ahora