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Isabella Romanov

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Isabella Romanov

Cuando Justin se marchó, me obligué a dormir otro poco. La verdad es que había sido una noche terrible y necesitaba descansar un poco más para poder despertar con las energías necesarias y enfrentar a mis padres como si nada hubiera pasado. Como si yo no hubiera escuchado la conversación de ellos accidentalmente.

Entré a la ducha a las dos de la tarde. Sí, a las dos. Había despertado a medio día y me había quedado en la cama despierta pensando en la noche anterior, desde la conversación de Irina y Artur, hasta Justin diciéndome que yo le gustaba. Había sido una noche demasiado loca para ser real.

Cuando el chorro de agua tibia calló sobre mi cuerpo, fue como si todo se hubiese repetido en cámara lenta, fue como un viaje de vuelta a la realidad y la ansiedad que me causaba la noticia de ayer me golpeó nuevamente, causándome un dolor de estómago terrible y el sentimiento de vacío en el pecho.

Comencé a llorar de la nada y sinceramente aproveche la ducha para terminar de desahogarme por completo. Era lo más sano que podía hacer en estos momentos.

Ahora entendía muchas cosas. Ahora entendía por qué el rechazo de Artur. Digo, no siempre me maltrató como lo hacía últimamente; esto de la violencia empezó en Rusia antes de venirnos a Francia, pero puedo recordar perfectamente las diferencias que hizo entre Candace y yo en nuestra infancia.

Recuerdo perfectamente que cada vez que Candace hacía un berrinche por un juguete, ese juguete aparecía mágicamente al día siguiente en su habitación. Y cuando yo hacían un berrinche por alguna estupidez como esa, el juguete aparecía solo si es que mi madre se animaba a comprarlo.
También recuerdo que Candace siempre tenía autorización para salir con amigos e invitar gente a casa para su cumpleaños o cualquier fiesta que se le antojara realizar. En cambio yo, tenía que conformarme con una cena familiar y si es que quería celebrarlo tenía que conseguirme el permiso para salir de casa a celebrar con amigos.

Eran cosas estúpidas, pero que toda mi vida me habían hecho preguntarme "¿por qué?".

Una vez que terminé de llorar, mis dedos estaban arrugados por el rato que llevaba bajo el agua. Terminé la ducha enjabonando mi cuerpo y en ese momento noté que las pequeñas marcas que Candace había dejado en mi antebrazo se habían convertido en pequeños hematomas.

—Estúpida —negué con la cabeza al recordar a mi hermana.

Bueno, ¿era mi hermana realmente?. Me hacía sentido el hecho de que no nos parecíamos en nada físicamente; pero de igual forma no pude evitar preguntarme; si yo era la menor y definitivamente no era hija de Irina y de Artur.... ¿Qué diablos ocurría con Candace?...
¿Quizás Candace era el domingo siete de mi madre  y yo fui una horrorosa aventura? Esa idea era estúpida, Artur jamás le hubiese aguantado una infidelidad a mi madre. Aunque de todas formas Irina no era mi madre, no valía la pena estar concluyendo teorías cuando aún me quedaba un largo camino para descubrir toda la verdad.

Fairytale ➳ J.BDonde viven las historias. Descúbrelo ahora