Capítulo 4 Franco

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Me aseguro de que mis armas están cargadas, por lo regular siempre cargo conmigo armas cortas y con silenciador, para cualquier imprevisto. Pero lo mío son las armas largas, cuando porto una pistola; me siento como un adulto con un andador para bebé. Eso mismo me sucede con los autos, procuro que sean camionetas y si son autos deportivos; tienen que ser largos, pero me inclino más por los clásicos de lujo, como este.

En esta ocasión una pistola 9 mm de marca beretta, pero bañada en oro blanco; obsequio de Dante cuando cumplí los 35 años. Desde que la tengo, siempre me acompaña, pero solo la uso para imprevistos.

Justo ahora, es un ak-47 la que acompaña en esta diversión, por lo que nos informó mi gente que está en el barco; son muchos los estúpidos policías que quieren llevar mis juguetes y en esta ocasión no se lo voy a permitir.

En este cargamento llegan armas letales y que me han costado muchos millones, eso sin contar muchas de ellas ya están vendidas y no me gusta quedar mal con mis clientes. Lo mío son las drogas y las Armas.

El tráfico de personas y órganos, se me hace una vil mierda; mi abuelo nunca lo hizo y yo jamás lo pienso hacer. Si este mundo esta jodido, sé que es por personas como nosotros, pero si se joden es por propio gusto. En cambio, el tráfico de personas sería lo peor que pudiera hacer en este negocio y por eso mismo me he desecho de los bastardos que lo hacen, limpiando mi terreno lo más que puedo.

Hay varios que quieren mis dominios, algunos pertenecientes aquí en Rusia y otros poderosos de otros países, pero hasta ahora nadie ha podido conmigo, ni con mis antecesores. Precisamente tengo en mi nómina a más del 50% de la policía y más gente del gobierno. Pero últimamente, esto se está saliendo de control y ya comienza a fastidiarme.

—A primera hora, quiero que te encargues personalmente de revisar todos los de la nómina y quiero que los investiguen —hablé mientras Artur conduce a toda velocidad —si alguien se está pasando de listo ya sabes que hacer y si puede ingresar más gente hazlo —dejo lo que hacía y lo miré —y si entre esos nuevos está el sargento Rous, tendrás esas tres nenas que dejaste y otras dos de cortesía todo un fin de semana en mi casa de Krasnoiarsk —sonrió y acelero más, al parecer le agradó la idea.

—Tan mierda que eres y no sé cómo lo sigues tolerando, pero te admiro cabrón —habló y yo seguí en lo mío —Si fuera yo, ya lo hubiese perforado con mi negrita desde hace mucho tiempo —"negrita" así le dice a su metralleta consentida e inseparable.

—No me jodas con eso —sujeté mi pelo en una trenza para poder usar la capucha sin problema.

El jefe del departamento que me está molestando los huevos, es el sargento Rous y uno de los mejores, pero ni, aun así, ni teniendo a la mejor gente en su equipo, ha podido detenerme.

¿Qué porque sigue vivo?, fácil. Su único hijo, decidió no seguir sus pasos; por el contrario, comenzó a trabajar para mi abuelo desde que cumplió la mayoría de edad (ese es otro de los requisitos para pertenecer a mi gente, nunca un menor de edad).

Ese cabrón fue leal a mi abuelo, pero lo asesinaron unos policías en un operativo. Nada más y nada menos que gente de su padre. De alguna forma me siento en deuda con él y por respeto a su esposa, que ya sufrió mucho con la muerte de su hijo, por eso no tomo un arma y la descargo en su cabeza.

Muchos me consideran débil, bondadoso, sentimental o imbécil por que no. Pero los que no saben de lealtad no saben de nada. Hasta en este mundo de mierda existe la lealtad cuando sabes agradecer a los tuyos, solo los que son leales claro.

Él es el único que he tolerado pero su gente y otros del gobierno, no ha corrido con la misma suerte. Espero de verdad que esta noche no sea su gente o por lo menos que él no esté ahí, porque si me hace perder el control; puede que mañana me arrepienta de lo que le haga. y Franco Ivanov jamás se arrepiente de lo que hace o dice, a excepción de mis mujeres Ferretti, incluida ya Alanna; quien ella y tía Antonella acojonan mis pelotas cuando están furiosas.

Pequeña TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora