Capítulo 29 Franco

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Me siento tranquilo, en paz. El estar con mi familia, con los mios, siempre me hace olvidar el mundo en el que vivo día a día. Pero esta ocasión es diferente, ahora la sensación de tranquilidad me hace sentir completo.

—¿Seguirás observándome así? —pregunto al ver que Dante no aparta la vista de mí, solo está sentado en su silla con la mano sobre su mentón y sus labios.

No responde, sigue en esa posición intimidan te, tratando de evaluar mis reacciones y mis gestos. Desde esta tarde que legué esa ha sido su reacción, mientras que Bruno me ataco en preguntas y burlas. Sí, Deje a Artur en Rusia, pero aquí tengo su copia y es el mismo dolor de culo que el otro.

Carlos, estuvo serio, pero a la vez interesado en todo sobre como ahora mi gatita trabaja para mí. En ocasiones su interés y mirada molesta, me desconcertaban, pero al ver la mirada de amor que no logra ocultar al ver a mí Giulia. Dejaba pasar mis pensamientos de mierda.

Dante, es diferente. Su reacción me tiene un poco desconcertado, creí que la que me daría más batalla sería mi tía Antonella. Creo que me equivoqué, ¡Joder! Si hasta Gianna y Lía, que son las más celosas, la recibieron de maravilla. No es que me queje, Dante se portó Cortes, pero hay algo en su mirada y sé que muere por decirlo.

—¿Cuándo pensabas comentármelo? —No mueve ni un pelo, solo sigue en su misma posición mientras habla—. No se trata de pedir autorización, lo sabes. Pero ella es policía, y si no mal recuerdo estaba tras de ti, ¿Qué cambió?, ¿Qué te hace creer que ella no te traicionará? O simplemente, puede estar trabajando encubierto.

—Me pidió ayuda, —respondo sin dudarlo, él y yo no tenemos secretos. Si no se lo había comentado es porque quería hacerlo personalmente—. Y la condición para ayudarla, fue que estuviera de mi lado.

Era así de fácil, para muchos podría ser algo incrédulo lo de su lealtad. Solo que, conociendo su informe, sé que ella es tan leal por los que ama, como lo soy yo con los míos. Y Lucas

Wilson, es alguien muy importante para ella.

—¿Confías en ella? —Pregunta evaluando mis gestos.

—Si—. Respondo en el mismo tono y completamente seguro.

—Sabes que ya caíste, ¿Verdad? —Lo observo interrogante—. Es ella, pero ¿Sabes que es lo que me tiene, así?

No respondo, ahora comprendo su pregunta. Pero está completamente loco, si cree que estoy enamorado de Dhana. Ella me interesa, sí. Pero eso a que este enamorado de ella es algo muy diferente.

Tal vez mi familia lo miro de esa forma y por ello el recibimiento eufórico por la presencia de mi gatita. Creo que tendré que dejar claro algo para ellos antes de marcharme. No quiero que se hagan ilusiones con algo que no ocurre, ni ocurrirá.

—Que, en vez de darte paz, te mantendrá lleno de adrenalina y dolores tanto de cabeza como de huevos, todos los días—. Siguió hablando al ver que no respondía.

—¿Eso crees? —Sonrío mientras niego con la cabeza. —Te equivocas primo, Dhana es hermosa, mantiene mi miembro deseoso por ella todo el tiempo, Y quién, ¿No? Con ese cuerpo y ese culo me trae ansioso. Pero eso no tengo que decirlo ¿Verdad? —Borro mi sonrisa—. Ni tú, ni los chicos apartaban la vista de él.

Sonríe abiertamente cuando me escucha hablar. Se pone de pie solo para recargar su espalda en el librero que hay tras su cuerpo.

—Nada que no hayas hecho y sigas haciendo con mi pequeña—. Eso me saca una gran sonrisa, eso es verdad. Alanna es hermosa y de un cuerpo precioso, pero con el embarazo sus anchas caderas, la hacen marcar más su pequeña cintura y mucho más su trasero.

Pequeña TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora