Capítulo 36 Franco

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Artur camina de un lugar a otro, su cuerpo completamente teso y su mal humor, lo tienen al límite. Si algo no tolera mi amigo; son las mentiras. Aun me cuesta creer que Max nos haya traicionado de esta forma, pero como todo. El, tiene que pagar. A Franco Ivanov, nadie le ve la cara.

El hecho de que haya ocultado el parentesco que tiene con Isabella Petrova, es algo imperdonable para mí. Mas aun, cuando solicitamos información sobre ella y, su informe haya estado disfrazado.

Ignoro si mi gatita tiene algo que ver, o si en verdad sabe algo sobre esta mentira de los hermanos Petrov. Solo espero que no, porque de lo contrario, tendrá que darme muchas explicaciones.

—Algo está ocultando y, si se trata de traición; no tienen idea en lo que se han metido —mi amigo está furioso, pero creo que hay algo más que lo tiene así.

—¿Qué más, Artur?, ¿qué es eso que te está matando? —lo interrogo desde mi lugar, en la silla de mi escritorio.

Al escucharme, se detiene. Levanta su rostro de esa forma retadora y, empuña sus manos para después exhalar con pesadez. Si, está furioso, pero no conmigo.

—Me mintió. Jamás me dijo lo que había sucedido entre nosotros —pasa una mano por su pelo, con tal frustración —¡Ella me recordaba, maldición!, yo sabía que algo había sucedido esa noche. ¡Joder, si hasta llegué a pensar que me había cogido al estúpido muchacho!

Llevo mi mano hasta mi barbilla, tratando de cubrir mis labios, que se encuentran conteniendo una risita burlona. Y, no es para menos. Recuerdo la cara descompuesta de este cabrón, cuando le hice ver que tal vez al que se había cogido, fue a Max.

Aseguraba que había estado con alguien esa noche. Pero mis chicos, que lo acompañaron a dejarlo. Aseguraron que después de que bajó de ese departamento, al único lugar al que se dirigieron, fue justo aquí y completamente solo.

—Con tus gustos, ya nada es seguro, amigo —hablé divertido.

—Vete a la mierda, jefecito —gruñe.

—Lo raro de todo esto es, ¿por qué ocultar su parentesco?, ¿y por qué no decirte nada de su fugaz encuentro contigo? —eso es demasiado extraño.

—No lo sé —patea la silla, haciéndola caer al suelo —el hecho de que fuera leal no importaba que su hermana fuese una policía —habla furioso —. Pero lo que más me jode, es el ¿por qué no decirme la verdad? Hemos coincidió infinidad de veces en estos 5 años y, el que estaba hasta el culo de alcohol esa noche; fui yo. Ella debe haberme recordando y, más al saber quién soy.

Exactamente, eso es lo extraño. Eso da a dudar de la lealtad de esos dos y, por su bien y el de toda su familia, espero que no se trate de una traición.

—Siéntate —llamo su atención y el o hace dejándose caer de mala gana —. Tranquilízate, esto lo arreglaremos. Le ordenaré a Petrova que regrese, no necesitamos alertarla. En cuanto ella este aquí, actuaremos. Pero siempre un paso adelante y, para eso te necesito tranquilo.

—Si, eso mismo pensé. Ganas no me faltaron en hablarle o tomar el primer puto avión para enfrentar la y hacerla hablar —pasa ambas manos, por su rostro.

—Petrova, es lista y sabe cómo actuar en casos así. Por eso, lo mejor, es tenerla confiada y en nuestros dominios —mi amigo, asiente completamente conforme.

—Ya, joder. Necesito dejar de pensar en esa mujer y sus mentiras —habla muy tenso—. Cuéntame lo que te tiene así. ¿Qué es eso del cual me aseguras, que se interpondrá en nuestros planes?

Pequeña TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora