Capítulo 11 Dhana

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Estoy muerta, no he dormido en 30 horas y a pesar de que ha habido ocasiones en las que no he dormido casi 3 días seguidos, justo ahora me siento completamente agotada.

En mi casillero, tengo ropa para momentos así ya que una ducha no viene mal y reanima mi cuerpo.

El solo recordar lo que ocurrió anoche, me pone realmente molesta y quisiera gritar de frustración. Justo cuando ya teníamos a Ivanov, Belov lo deja escapar, el verlo llegar a la comandancia, sin él, por poco logra que me lance sobre su rostro para golpearlo.

*No tenemos pruebas para detenerlo, sus armas son legales con el permiso que lo ampara y él y sus hombre solo se defendieron ante un ataque.

Esa fue su jodida respuesta, cuando le cuestione donde había dejado a ese gigantón del muy dotado muñeco caliente... Santa corriente de los orgasmos, el solo recordar eso; ya me tiene toda flojita el muy cabrón.

«¿Cómo se sentirá, el tener a un tamaño extra jumbo de esos?»

«¡Maldición Dhana!, ¿Estamos o no estamos molesta con ese frotador de armas? Decídete, mamá, porque así nada más no se puede.»

Ruedo los ojos ante mis pensamientos sucios y depravados hacia el hombre que me trajo a Rusia y mi pace para subir de grado y así facilitar mi búsqueda.

—¿Ahora sí, me explicaras que sucedió anoche con Franco Ivanov? —Lucas está molesto, creo que se dio cuenta como estuvimos de lo lindo, el Rusito y yo, agasajándonos a lo grande, en medio de un enfrentamiento.

—No sé de qué hablas —me hago la desentendida, mientras sigo observando el reporte de anoche.

Ya iniciamos el interrogatorio contra los detenidos, hubo dos heridos y tres muertos, pero por el mismo calibre de armas de la gente de Ivanov, con las de nosotros; no sabemos quién fue el culpable de esas muertes en sí.

Esos bastardos, son duros de hacer hablar, lo único que le pude sacar a uno, gracias a mis dotes de convencimiento "hablas o hablas". Esta sorpresita para el Rusito caliente, fue planeada solo para advertir la presencia de el tal Gusev.

—¿Crees que no me di cuenta?, ¡por dios! —se acerca a mi demasiado colocando sus manos en mi escritorio, eso lo hace cuando está muy molesto y yo no le digo la verdad —Casi dejabas que ese hombre te cogiera delante de todos —eso me molesta, sé que está furioso, pero no le voy a permitir que me hable así.

«Eso nena hazte la ofendida y molesta con él, al fin de cuentas no es la verdad, ¿o sí?»

—No te pases Luquitas —levanta la vista y me mira incrédulo.

—No Dany, no te pases tú —sigue hablando bajo, porque sé que uno que otro nos está observando —¿Tengo que recordarte quién es él, o qué fue lo que nos trajo aquí? —lo observo atenta —te lo he repetido muchas veces, aquí, hay mucho poder y quien sea se vende. En si no sabemos de quien cuidarnos y de quien no. Voy de acuerdo, ese hombre puede hacer perder la cordura a cualquier mujer, y no soy menos hombre al reconocerlo —su cara se vuelve de desilusión y eso me hace sentir pésimo —pero tú... Tú, ¡joder!, de ti no asimilo creerlo.

—Estas imaginando cosas, si ese hombre es guapo, pero eso no me hace desviarme de mi objetivo —aseguro.

—Eso espero Dany, porque si no estarás perdida y me llevarás a mi entre las patas; porque sabes que jamás te dejaré sola, tomes la decisión que tomes —nos observamos en silencio.

De verdad amo a este hombre como si llevara mi sangre, y sé que él lo hace de la misma forma. Si algo le ocurre me volveré loca y ya nada me importaría en esta vida. El me mantiene a flote y si me reprende de esta forma es porque de verdad cree que me estoy desviando del por qué estamos aquí.

Pequeña TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora