Capítulo 35 Dhana

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Observo el perfil de ese rostro tan hermoso que tengo frente a mí. Aun me cuesta creer lo que sucedió hace un par de días, aun me cuesta creer que mi muñeco ruso, aceptara lo que siente hacia mí.

Fue perfecto, fue tan él, y a la vez tan cariñoso y delicado. Me hizo suya en su cama, en su espacio y me dio mi lugar ante su familia. No sé en sí lo que en realidad tenemos y, hasta donde estemos dispuestos a llegar. Pero estoy en toda la disposición de averiguarlo y arriesgarme en el proceso para descubrirlo.

La claridad del atardecer, el cómo filtra los últimos rayos de sol antes de meterse. Llegan directamente hasta esos ojos grises intensos. Los cuales, se encuentran perdidos observando el espectáculo que la naturaleza nos regala.

Me encuentro recostada en mi asiento con el respaldo echado. El jet de este rusito es verdaderamente cómodo. Mi cuerpo se encuentra de lado mirando hacia él y, mis pies, en vez de estar estirados hacia al frente, los tengo hacia un lado, justo en el regazo de del muñeco caliente.

Su chaqueta cubre mis brazos, mientras sus manos descansan sobre mis pies. Aun no se da cuenta que he despertado y, mientras tanto me deleito con esta vista, cuando está perdido en sus pensamientos tengo el tiempo suficiente para detallarlo a mis anchas.

No quiso viajar en su propio asiento y, tampoco me propuso ir a su habitación para que descansáramos en el transcurso del viaje. Solo se dejó caer en el asiento de un costado mío, besó mis labios, ajustó mi cinturón y se dispuso a trabajar en su ordenador sin decir ni una sola palabra.

No me quedo de otra, más que entregarme a los brazos de morfeo en el transcurso de este agotador regreso de tantas horas.

A estado actuando muy raro desde ayer por la tarde. En el transcurso de la cena de anoche, los chicos estuvieron muy callados y después de eso, se encerraron una vez más en el despacho.

De hecho, todos actuaron de esa forma desde que Carlos llegó. Mas tarde, cuando ya todos se marchaban, Franco se fue con ellos, alegando que tenían algo importante que tratar antes de nuestro regreso a Rusia.

Lo espere por horas, hasta que una llamada de él, ya entrada la madrugada, me hizo marcharme a descansar. Ya que, según sus palabras, tardaría algunas horas más en volver.

Hasta hoy ignoro donde estuvo con sus primos y, que hizo para demorar tanto en volver. Al despertar, se encontraba sentado en la cama aun costado mío, solo observándome con intenso interés, justo como lo hago yo en este instante.

Si, esta distraído. Algo le está preocupando y creo que es demasiado delicado para tenerlo así. Pero no pienso preguntar, si no me lo ha dicho, es por qué no quiere que me inmiscuya en sus asuntos.

No me siento incomoda con su comportamiento. No, cuándo con migo a estado atento, cariñoso y pendiente de lo que pueda necesitar.

—Gatita, si sigues observándome así, tendré que follarte—. Sonrío al escucharlo hablar, pero aún no fija la vista en mí.

—¿Y por qué no lo haces? —Gira su rostro para observarme, y me derrito con lo hermoso que son sus ojos con los rayos de sol en ellos.

Es perfectamente hermoso y, aun me cuesta aceptar que el este enamorado de mí. Nunca creí que, al llegar a rusia al final de cuentas terminaría cazando a Franco Ivanov. No precisamente para llevarlo tras las rejas, si no tras mis sabanas o las suyas.

Ladea una sonrisa y se inclina un poco hacia mí, para sujetar mi cintura y atraerme a su cuerpo para sentarme en su regazo quedando a horcadas.

—Eso es justo lo que voy a hacer—. Presiona sus fuertes manos en mi trasero y ladea una sonrisa de esa forma que me hace contraer mi vagina.

Pequeña TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora