Salgo de mi oficina en el club, dejando a mi gatita ahí. Tenía que alejarme, tenía que poner distancia o no resistiría el llevarla conmigo a una de las mazmorras y hacerla mía una vez más.
El verla vestida de esa forma, tan sensual, caliente, peligrosa y a la vez inocente con ese toque que le dan sus anteojos. No pude evitar que mi miembro diera un salto, recordando que la noche anterior había tenido ese cuerpo completamente desnudo solo para mí.
Un jodido sentimiento de rabia me entro al verla escribiendo en su teléfono, ¿A quién le escribía? ¿Por qué estaba tan concentrada enviando textos? Y la forma en la que me reto, la verdad no mejoró para nada el mal humor que traigo desde esta mañana.
Pero todo lo mande a la mierda, al verla de pie frente a las pantallas que muestran todo este lugar. Al notar su reacción no pude evitar el acercarme a ella.
Su vista se encontraba fija en una pareja en especial, la forma en la que su respiración se aceleró, el cómo mordía su labio y apretaba sus piernas intentando aliviar lo que le provocaba todo eso.
Me hizo no dudar el mostrarle de que se trataba. Eso me excitaba, el morbo de ver junto a ella esas imágenes, me excitaba demasiado. Me puse tan duro al instante, que mi verga no dudo en mostrar su tamaño y grosor a través de la tela del pantalón.
Esta tarde me prometí darle su espacio y dejar que acepte de apoco la forma en la que son mis encuentros sexuales. No puedo prometer ni mucho menos ilusionarle a algo que no le podre dar nunca. Y a la vez me niego a no corcel a poseerla, solo ella me hecho sentir esa paz y plenitud que tanto busco.
Si, tal vez no debí llevarla a mi taberna sabiendo que ella nunca había practicado el BDSM, tal y como Artur me lo hizo ver esta mañana. Tal vez no en mi cama, pero sí en algún otro lugar y con mucho más razón, cuando ella sabía que la madrugada anterior, había estado con Cynthia.
Por cierto, la llamo taberna; porque es mi especie de posada, donde ordeno lo que quiero, tomo lo que me gusta y es un refugio perfecto para mí. El lugar adecuado para dejar atrás mis problemas y liberarme de toda está vida de mierda que llevo.
Avanzo por el pasillo que separa mi oficina del salón donde varios de mis socios ya se están divirtiendo. Aquí nadie se conoce, así trabajen en el mismo lugar o sean familia, Esa es la primer regla del club.
El olor a humo, sexo y alcohol se mezcla en el aire. Cada vez que asisto, mi gente se encarga de revisar bien el lugar. Si alguien quiere atacarme justo aquí, tiene mucha ventaja, ya que la luz de este lugar es tenue y los antifaces que algunos llevan de cierto modo, es una amenaza para mí.
-Todo en orden jefe -Artur llega hasta mí.
-Bien, lleva la botella de siempre -asiente y se aleja, pero no sin antes dar una mirada a la rubia.
Me adentro en el lugar con Petrova y mi felina tras mío. Me tenso al ver como algunas miradas se fijan en ellas, pero solo basta una mirada mía para que bajen la vista.
Aquí puede haber mucha testosterona, machos alfa, dominantes, amos o como lo quieran llamar. Pero se respeta lo que es intocable, así te mueras de deseo por una sumisa, mientras su amo no la comparta es prohibida para ti. Isabella y Dhana, son intocables solo por el hecho que vienen conmigo.
Sigo avanzando de forma segura, hasta llegar a un costado del escenario, justo donde está mi sala de siempre y donde tengo vista de todo el lugar.
Mi gatita pasa junto a mí sin detenerse hasta encontrarse delante mío. En su postura rígida, revisa desde su lugar que todo está en orden. Eso es lo que más me agrada de ella, que su personalidad se vuelve dura e inquebrantable al tomar su papel.
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Pequeña Tentación
RomancePertenezco a este mundo desde que tengo uso de razón. Me temen por ser un maldito cabrón de Perra en los negocios. Para llegar a la cima; que es donde estoy "eres el cazador o eres la presa". Sólo una palabra importa para mi...Mi Familia y esa, no...