Capítulo 33 Franco (2/3)

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Escucho por sexta vez, la jodida contestadora. Esa felina es demasiado astuta y sabe que es lo primero que puedo rastrear. Piso más el acelerador, tratando de hacerme una puta idea de donde podría a ver ido.

—Si sigues conduciendo de esa forma, dudo que de un hospital o desde el cementerio, puedas encontrarla—. Carlos me mira por el retrovisor.

Lo ignoro y vuelvo a llevar la mano que trae mi teléfono a mi oído. No lo he soltado, mientras tomo el volante ha permanecido en mi mano.

Esta vez el número que marco es otro. Ahora le llamo a esa pequeña, de alcances gigantescos. Que es la madre de mis guerreras y la tortura de mi clon.

—Me puedes explicar ¿Cómo es eso que mi gatita salió? —Escucho su risita al saber cómo es que llamo a la felina de filosas garras, y no solo la de ella, si no la de los otros tres que viajan conmigo.

—No sé de qué me hablas Frankie—. Se hace la disimulada.

—Preciosa... Créeme, no estoy de humor—. Dante, gruñe.

—Mira Frankie, si te refieres a Dhana, no sé dónde fue, solo dijo que más tarde regresaba —responde cabreada —¡Por dios!, solo salió un momento, ¿Y hacen un escándalo por ello?

—Aly, tengo mis motivos para reaccionar así—. Hablo entre dientes.

—A, ¿Sí?, espera y yo te diré cuales —sisea—. La primera y más fuerte de todas. ¡Que son unos machistas y quieren que hagamos su santa voluntad!

—Preciosa...—Estaba perdiendo la paciencia con ella.

—Buenorro, si quieres encontrar a tu gatita, investiga por otro lado, porque yo no sé nada—. Cuelga la llamada y en este instante quisiera ser Dante y azotar su lindo trasero.

—¿Cómo la aguantas? —Digo observando a mi primo por el rabillo del ojo, mientras éste, se encuentra tecleando algo.

—Yo que tú, me acostumbraba. Porque ya comenzaste—. La voz de Bruno es burlona.

—Mi pequeña busca ser castigada a todas horas, y se le da muy bien el salirse con la suya—. No sé si reír o maldecir, porque su caso, ya se me está haciendo conocido.

Carlos se mantiene serio, solo se dedica a observar por la ventana con su mano entre su mentón y su boca.

—¡Listo!, la moto se encuentra estacionada en el centro de la ciudad a unas tres cuadras del "Portofino" —. Sonrió de lado al saber dónde se encuentra.

Tecleo una vez más, otro número y espero a que respondan.

—Jefe—. Max contesta de inmediato.

—Quero, y si es posible ya, las llamadas y mensajes que ha recibido o hecho Tylor—. Lo escucho teclear.

—Aguarde, jefe. Deme un minuto y le digo—. Asegura.

No cuelgo permanezco en la línea, mientras esquivo los coches en dirección al centro de la ciudad, esperando no encontrar demasiado tráfico.

—Ya está, jefe. Nada que llame la atención, sus llamadas y mensajes son formales y de números conocidos, hasta hoy por la mañana. —Me detengo en un semáforo, gracias a la fila de carros—. Por la mañana recibió una llamada de un número desconocido, la cual duró unos 15 minutos, y hace precisamente un par de horas, le envió ese mismo número, un par de mensajes con una dirección de un bar en el centro de la ciudad.

Mi respiración se vuelve pesada y siento como el aire caliente sale por mis fosas nasales. ¿Quién mierda se atreve salir con mi mujer?, Por su bien espero y no le haya puesto una puta mano enzima.

Pequeña TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora