Capítulo 34 Franco (3/3)

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Mi cuerpo se siente tenso al conducir. Mis brazos rígidos sosteniendo el volante y mi vista evitando tener contacto con ella.

La tensión, puede sentirse en el aire, yo solo quiero lanzarme hasta ella y enterrarme lo más profundo de su interior.

Después de unos minutos, entramos en el estacionamiento de un edificio de 30 pisos. Dentro de este, una desviación a un área privada, la cual solo da acceso con un código de seguridad, es la que atravieso, para llegar a mi estacionamiento.

Estaciono a un costado del elevador privado, y antes de bajar siquiera, mi felina ya bajó, dando un portazo al cerrar.

Sin decir nada, avanza hasta el elevador guardando su arma en la espalda. La sigo, llegando junto a ella, cuando las puertas se abren y entramos juntos.

Nada más el estar dentro e introducir el código, para llegar al piso. Voy directo hasta ella y la aprisiono llevando las palmas de mis manos a sus laterales, sobre el metal de las paredes.

-¿Por una maldita vez, podrías obedecer? -Su gesto despreocupado, hace que golpee con mi puño la pared de metal-. ¿Tienes idea de los celos enfermos que sentí, al saber que estabas con otro?

Su gesto cambió a uno de interés. Ajusta sus anteojos de esa forma nerviosa que la delata.

-¿Celos? -Traga en seco antes de preguntar, haciendo que su voz tiemble.

Bajo más mi rostro y ella levanta el suyo buscando mi cercanía. No puedo evitarlo, esa mirada me quema, y siento el mover de mis pupilas, viajar de un lado a otro en busca de grabar cada gesto de ella.

Hoy, ademas de su rico aroma dulce que siempre la acompaña. Desprende un ligero aroma a vainilla, eso por culpa de los aromas que la pequeña tortura llamada Aly, utiliza en su casa.

-Si, gatita... Celos -deslizo una de mis manos tras su cuello, sujetando su pelo-. Unos asfixiantes, de esos que solo piensas en matar al que se atreva a mirar siquiera lo que por derecho es mío.

Al escucharme, intenta soltarse con un gesto molesto.

-Yo no soy de tu propiedad, Franco Ivanov. Eso que te quede claro-. Yo solo sigo el mover de sus labios apetecibles.

-Lo eres, cariño. Y no como alguna propiedad u objeto. Eres mía y me perteneces, por que tu al igual que yo sentimos lo mismo-. Uno mi frente a la de ella.

«¡Demonios, preciosa! Muero por tenerte todos los malditos días»

-Y según, tú, ¿Qué es lo que yo siento por ti? -Su respiración es dificultosa, puedo sentir la pesadez con la que dice cada palabra.

-Todo, mi gatita. No puedo explicar con mis palabras lo que tu sientes, pero si lo que me haces sentir a mi-. Las puertas del elevador se abren directo en mi nuevo piso.

Aparto mi frente y llevo mis manos hasta su pequeña cintura. La incito a caminar, retrocediendo, dejándose guiar por mis pasos. Sin dudarlo ni un instante, así lo hace.

Justo al salir del elevador, en el pasillo que lleva hasta la sala, hay una mesita con jarrones. La guio hasta ahí para levantarla sin esfuerzo y sentarla en la orilla de esta.

Subo una mano hasta su mejilla, deslizando mi dedo pulgar en sus labios, mientras mi vista sigue su recorrido.

-Cuando vi tu imagen en el informe que Artur consiguió. Lo primero que llamó mi atención, fueron tus preciosos ojos felinos -me siento tan poderoso el tener esa mirada sobre mi -Te llamé, "la agente nerd" -curvea sus labios en un inicio de sonrisa. -Todo para no reconocer lo que habías despertado en mí, con solo ver tu foto. -Subo un poco más mi mano para sujetar el armazón de sus anteojos y retirarlos sin prisa, dejándolos sobre la mesa en la que ella se encuentra sentada.

Pequeña TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora